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Calles y andenes igual ciudades. 17.03.2012


Las calles son consustanciales de las ciudades y base de la vida urbana, pero los coches y después los automotores hicieron necesario diferenciarlas en calzadas y andenes, mas nunca han perdido su inicial carácter peatonal. Son el espacio público más importante de cualquier ciudad, pero en las nuestras las autoridades municipales poco se ocupan de ellas y los peatones, obsesionadas con los carros, las autopistas, los puentes, los recursos que suministra los cobros por valorización (aquí no interesa la valorización), la contratación, el clientelismo y los serruchos.

Pero a menos de que tengan muchos peatones, y a lo largo de todo el día, un mínimo de tráfico vehicular es necesario para su animación, seguridad y función de parada de taxis, entrega de suministros y vía para la policía, ambulancias y bomberos. En muchos casos basta con ampliar sus andenes dejando solo dos carriles para los carros, el de la derecha más ancha para que cuando paren no tranquen a los de atrás, y con árboles y algunos bolardos, apenas los necesarios (aquí los ponemos de adorno), para que no sean invadidos por los carros.

En París se han ampliado los andenes de los Campos Elíseos varias veces, en Quito se crecieron mucho y de una vez los de la Avenida Amazonas, en Caracas se ampliaron los de varias avenidas cuando se sacaron los buses con la construcción de su Metro hace años, y en México existe el Paseo de la Reforma desde el siglo XIX. Incluso por la Calle Central en Panamá, bastante más corta y con muchos peatones, pasa algún tráfico, y en Manizales funciona muy bien su vía central con un solo carril (aquí reducimos los andenes para ampliar la calzadas).

Cuándo entenderemos lo conveniente de reducir las calzadas de las calles de los  centros de nuestras ciudades y dar el área sobrante a los andenes. Dos carriles son suficientes casi siempre, e incluso uno como en Cartagena, pero que sean continuos. En Palmira quedó demostrado hace años que mejora la calidad de vida de los ciudadanos. Se ensayó en un Diciembre con comprobado éxito, con bolardos provisionales, pero el siguiente alcalde no continuo la medida, lo que se ha convertido entre nosotros en la maldición de las ciudades.

Además, el transporte colectivo, en buses o trenes, se inicia y termina en los andenes. Y cuando son amplios, llanos, continuos, sin barreras y sencillos, como en la Gran Vía en Madrid o el Paseo de Gracia en Barcelona o el Paseo de Colón en Sevilla o la Avenida del Márquez de Pombal en Lisboa, o la Quinta Avenida en Manhattan, por supuesto, permiten que caminar por la ciudad sea seguro y agradable, viendo edificios y vitrinas, lo que favorece el comercio, amén de poder mirar bien, pero discretamente, a los demás.

Hay que acostumbrar a la gente a caminar por los andenes –incluyendo alcaldes y concejales- y cruzar las calles por las esquinas, por lo que es imprescindible que los pasos pompeyanos estén en el eje de la circulación de los peatones. Y, no basta prohibir a los conductores subir sus carros a los andenes, hay que acostumbrarlos a que no lo hagan…a base de multas o, mejor, de inmovilizarles sus carros. Y por supuesto hay que pensar en donde se van a estacionar los carros antes de prohibir olímpicamente  hacerlo en las calles.

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