El reciente libro de Martín Caparrós, El mundo entonces/Una historia del presente, 2023, por supuesto incluye de entrada el tema de las nuevas ciudades de la tercera década del siglo XXI, en las que ya habita más de la mitad de los más de ocho mil millones de los habitantes actuales de La Tierra, entre ellos por supuesto los lectores del libro. Tema, el de las ciudades y su arquitectura, del que tanto se ha escrito en la columna ¿Ciudad? de El País desde 1998, y en esta columna de Caliescribe.com desde el 2011, pero al que Caparrós agrega varias nuevas y pertinentes consideraciones (pp. 28 a 38) que suelen pasar por alto los que opinan sobre la actualidad, siendo el escenario de lo que sucede.
“Más personas en las ciudades que en los campos fue un cambio radical [y] en mutación constante [desde] la aparición de los “rascacielos” corporativos, la proliferación de edificios de -pocos- pisos para las nuevas clases medias, […] el desplazamiento de las <buenas familias> hacia los suburbios, el abandono de los centros a poblaciones marginales, su recuperación por los jóvenes burgueses de finales del siglo [XX] Nunca tanta gente había vivido tan junta [generando] interacciones de las que nos sabemos nada particular [pues] los documentos de la época lo comentan poco [y] no saben considerar [lo] extra-ordinario.” (p. 28). Como en las grandes ciudades colombianas.
“Las ciudades se convirtieron cada vez más en centros administrativos [y el] mercado se refugiaba en los <shopping mall> periféricos y, sobre todo, en el comercio virtual. Las ciudades más clásicas, la más <afortunadas>, se volvieron […] el producto principal -junto con los baños de mar- que vendía aquella forma tan difundida del ocio y el negocio de esos años que llamaban <turismo>. A mediano plazo […] vaciando esos lugares, despojándolos de su sentido original sin ofrecer ningún reemplazo sólido […] fenómeno que […] empezaron a llamar <gentrificación>.” (p. 29). O sea el desplazamiento de la población original por otra de mayor poder adquisitivo (DLE).
“Las ciudades de 2023 estaban rodeadas por dos tipos de suburbios: […] los barrios caros donde Vivian los que podían, [con] comercios y buena infraestructura privada de salud, educación, seguridad, transporte reservada para ellos. Y […] a la misma distancia del centro de la ciudad pero en otros cuadrantes, los suburbios desastrados que recibían y contenían a los más pobres que habían migrado desde el interior rural […] aglomeraciones, más parecidas a una ciudad antigua que a una aldea campestre, solían carecer de hospitales, escuelas, cloacas, calles –que los estados no siempre proveían.” (p. 30). Tal cual el caso de Cali en su Área Metropolitana entre Yumbo y Jamundí.
“Las viviendas siempre fueron un indicador decisivo del estado de una sociedad, que la historia nunca estudió bien. Quizá sea una rémora de la vieja arqueología: las casas del común […] nunca sobrevivían y los historiadores se veían reducidos a trabajar con los templos y fuertes y palacios que sí se mantenían. Sobre las casas, habitualmente, sabían poco: debían imaginarlas.” (pp. 35 y 36). Y hay que agregar a lo dicho por Caparrós lo escrito por Aristóteles muchos siglos antes: “La ciudad es por naturaleza anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la parte.” (Iñaki Marieta en: Filosofía / el deseo de saber, 1998, p. 125).
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