Si la ciudad es como una casa grande y la casa una pequeña ciudad, como dijo Leon Battista Alberti, por eso se la puede planificar siguiendo el tratado del arquitecto romano Vitruvius, y su conocida triada: “construcción, función y forma”, partiendo del emplazamiento hasta la forma, y en sentido contrario hasta su equilibrio final. Que cada sector se analice como un todo y no apenas la suma de algunas de sus partes. Una planificación que corresponda a la geografía, historia y presente en cada sitio de una ciudad en crecimiento, para que convierta su relieve, vegetación y clima en un lugar construido para sus tradiciones, usos y costumbres.
Que el emplazamiento de los nuevos sectores de la ciudad considere lo ya existente en ellos para que incida pertinentemente en sus funciones. Que los nuevos usos continúen los existentes alrededor o los complementen, y que cuenten con los servicios públicos y redes de movilidad necesarios. Que las condiciones físicas del terreno correspondan a los sistemas constructivos usuales en la ciudad; y a la disponibilidad de los recursos requeridos para las nuevas construcciones. Que su forma responda a lo existente alrededor, y a sus funciones iniciales y previendo otras futuras tanto en el sector como en las edificaciones mismas.
Que su función sea a partir de dividir los nuevos sectores en barrios y que estos sean de ocupación progresiva y respetuosa, y sean multifuncionales, pero que siempre incluyan un mínimo de viviendas, y que estas sean versátiles y remodelables, o transformables más adelante; y que todo esto incida en su pertinente emplazamiento, construcción y forma. Que los usos del suelo en cada piso, la ocupación del espacio en sus tres dimensiones (ancho, profundidad y altura, y aislamientos, retrocesos y voladizos) y el sistema vial sean complementarios entre sí; y que sus diversas instalaciones sean fáciles de mantener, cambiar o sustituir.
Que la construcción por sectores sea progresiva pero consistente y no aleatoria, y en razón de su pertinente emplazamiento y función, de los que luego se deriven sus diversas formas. Una construcción regenerativa al reusar todo lo existente en el área y en función de su relieve, vegetación, clima y servicios disponibles. Autosostenible al generar energía solar o eólica, y reutilizar las aguas servidas y de la lluvia, y facilitando la climatización pasiva de sus diversas edificaciones ya sea sólo por temporadas. Económica al ser menor la inversión necesaria para iniciar al mismo tiempo su infraestructura vial y de todos los servicios públicos.
Que las formas de los nuevos barrios y sectores de las ciudades, especialmente en las de rápido crecimiento, y las de sus diversos espacios urbanos públicos y privados, y sus diversas construcciones, consideren la presencia de los panoramas circundantes, tanto la de los campos aledaños, como la de los paisajes naturales lejanos de la región. Y que este entorno natural incida en sus diferentes espacios urbanos públicos y en su arquitectura y paisajismo, para que sean comprensibles y gratos y emocionantes pero siempre dependiendo pertinentemente de sus usos, construcción y emplazamiento en la ciudad.
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