En la parte más alta de los barrios de Miraflores, San Fernando y San Cayetano, se cruzan siete calles en un mismo punto, conocido como Sietesquinas, más una peatonal, o sea que son ocho, todas de doble sentido, y con taxis y camiones de reparto estacionados en las esquinas, de tal manera que cada cual pasa como pueda. Cruces similares hay muchos en Cali, y por todas partes se encuentran en vías de doble sentido los inconvenientes giros a la izquierda, y cruces en diagonal. Todo un caos vial, cuya confusión y desorden dificulta la circulación de vehículos, motos, bicicletas y peatones, genera accidentes y muertes, y facilita los atracos y robos en los espacios públicos de la ciudad.
Caos que no es anterior al moderno ordenamiento territorial de la ciudad sino posterior al colonial, cuando se abandonó, a mediados del siglo XX, la continuación del trazado vial ortogonal de la pequeña villa, y se implantaron nuevos trazados con curvas y autónomos, como precisamente en Miraflores o Ciudad Jardín, incluso aquí sin andenes, siguiendo ejemplos norteamericanos. Como resultado, ya en la tercera década del siglo XXI no hay en Cali vías continuas de un lado al otro de la ciudad en ninguno de los dos sentidos, salvo el par vial norte-sur de las calles 25 y 26 que transcurre a los dos lados del corredor férreo, esté abandonado y el par vial sin completar a todo su largo.De ahí la importancia de los dos ejes urbano regionales que se han propuesto, uno para dicho par vial de las calles 25 y 26, y el otro a los dos lados del río Cali, empatando la carretera a Buenaventura, llamada antes la Salida al mar, con la pretendida autopista a Palmira, la que en rigor no lo es pues aún no está cerrada y la cruzan personas y animales. A partir de dichos ejes, que se cruzan muy cerca del Centro de la ciudad, se podría establecer la continuidad de varias vías arterias cruzando el eje norte-sur, considerando que Cali es una ciudad lineal en este sentido; y dándole continuidad al norte a la Calle Quinta, justo donde se cruza con el eje oeste-este del par vial a los lados del río Cali.
Probablemente el trazado ortogonal de la pequeña ciudad colonial, de origen español, se rechazó y dio paso a la imitación de la arquitectura y el urbanismo modernos en Estados Unidos, cuyo auge se debió a su triunfo en la Segunda Guerra Mundial, pero cuya implantación en Cali, si bien con importantes ejemplos de la mejor arquitectura doméstica moderna del país, fue errada en términos urbanos. Y por otro lado, no se ha entendido que el plan vial de la ciudad debe hacerse al mismo tiempo que el de usos del suelo, y se sigue permitiendo que “torres” de apartamentos se construyan en donde solo había pequeñas calles para casas unifamiliares, colapsándolas con los nuevos carros.
Caos que no solamente es un calvario vial, una sucesión de adversidades y pesadumbres, sino al mismo tiempo arquitectónico: edificios que no consideran la uniformidad y continuidad de su imagen urbana, interrumpen las brisas que bajan de la cordillera y tapan las vistas a ella, y que basados en unos pocos ordinarios “modelos” se repiten idénticos en cualquier parte sin considerar su distinto emplazamiento en la ciudad. Es decir, su característico relieve andino entre montaña y valle, y su clima tropical; justo lo que se echaría de menos en Sietesquinas si su cruce diera tiempo para mirar a todos lados, o se pudiera parar para subir a lo que sería un muy agradable Mirador en el sur de Cali.
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