Es una alternativa al capitalismo salvaje para que, por lo contrario, sea inteligente: que los empresarios se preocupen por sus clientes y trabajadores y no solo por sus ganancias; una democracia con elecciones escalonadas en las que gana el más votado ya sea en primer lugar, segundo o tercero; un gobierno parlamentario y no presidencialista, que brinde seguridad al tiempo que oportunidades; una división del país en pocas regiones según su geografía e historia, y las grandes ciudades en ciudades dentro de la ciudad; y educación para que se tengan y críen hijos con responsabilidad, y sean urbanitas que se comportan bien sin discriminaciones económicas o sociales, y ciudadanos que votan.
Son opciones que ya existen en varios países del mundo, por lo que vale la pena analizar sus coincidencias; y la primera es que son pequeños o federales, capitalistas y democráticos, más parlamentarios que presidencialistas, y que la gran diferencia es su educación. Lo que constituye la esencia del problema y lleva a pensar que es más fácil lograr la alternativa propuesta en regiones no muy grandes y caracterizadas por su geografía, historia y cultura; y algo similar sucedería en las ciudades más pobladas en sus pequeñas ciudades dentro de la ciudad; y ahí sí, proceder a los otros cambios, los que no necesariamente deben ser simultáneos ni exactamente iguales entre ellas.Es evidente históricamente que primero cambian las ciudades y luego los países, no lo contrario; y para una mejor calidad de vida en una ciudad, en términos económicos, políticos, gubernamentales, administrativos y educativos, hay que conocer su geografía y su historia, en parte derivada de aquella, y por consiguiente su cultura: comportarse adecuadamente en sus espacios urbanos públicos, respetar a los vecinos, colaborar con el control y seguridad de sus barrios, valorar su patrimonio urbano, arquitectónico y paisajístico, y reconocer sus hitos urbanos y tradiciones; ciudades, que constituyen el escenario de la cultura, que hablan de sus habitantes y estos de ellas.
La historia de una ciudad, económica, política, gubernamental, administrativa y educativa comienza antes de su asentamiento en un cierto sitio determinado por su geografía, la que incluye su distancia respecto a la línea del ecuador terrestre y su altura sobre el mar, además de su relieve, vegetación, hidrografía y suelo, los que juntos determinan su clima y paisajes naturales; y la historia anterior de dicho “sitio” es básica para comprender el “lugar” en el que lo transforman los acontecimientos culturales posteriores que más han incidido en su conformación urbana y arquitectónica, y su relación con los distintos paisajes y otras localidades y territorios que la rodean.
En conclusión, la discusión a fondo de estas alternativas y consideraciones, implica ciudadanos que votan, que no discriminan étnica, económica o socialmente, que son conscientes de lo que significa la sobrepoblación en una ciudad y su precaria educación, y que conocen su geografía e historia, y la de su región y del país en la que se encuentra; y del mundo hoy globalizado. Un debate amplio cuyas conclusiones eventualmente se podrían concretar eventualmente en una propuesta debidamente sustentada por un candidato y su equipo de trabajo; o servir de base a las críticas que después se deban hacer a otro candidato que las ignore y haya ganado con otras ideas.
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