Todas las ciudades, unas más que otras, afrontan problemas de seguridad, movilidad, ruido, mal comportamiento, empleo, habitantes de la calle, obras públicas y desorden urbano arquitectónico; todos debidos a la falta de control (comprobación, inspección, fiscalización, intervención) y dicha carencia a la falta de voluntad política de las autoridades, o de los medios eficientes para realizarlo. O es debida al clientelismo y corrupción de las autoridades facilitada por la politiquería de sus electores o, en últimas, por la carencia de una sólida cultura urbana, la que determina la mentalidad anárquica tanto de los ciudadanos que no son tales, como de aquellas autoridades que tampoco lo son.
Como ya se dijo en esta columna (Polis, políticos y policía, 14/05/2016) ciudad y control están muy relacionados desde las polis griegas (del griego polis) al unificarse el núcleo urbano y su entorno rural se creó el marco esencial donde se desarrolló y expandió la civilización occidental. Político (del griego politikós) es aquel vinculado a la administración pública representante del pueblo en el mantenimiento, gestión y administración de los recursos públicos. Policía (del griego politeía) es un cuerpo semi militar encargado del mantenimiento del orden público y de la seguridad de los ciudadanos, y de informar a las autoridades competentes de las anomalías que se produzcan.
Sólo cuando los ciudadanos entiendan a fondo lo anterior y se comprometan unidos a cambiarlo, podrán presionar para que las autoridades municipales adquieran la voluntad política para controlar la ciudad y procuren los medios eficientes para realizarlo. El medio oficial más eficiente es una policía municipal que, junto con una policía nacional, garantice mayor seguridad, pero que al mismo tiempo controle el eficaz acceso al transporte público y su buen funcionamiento, que impida el ruido y los olores ajenos, que evite el mal comportamiento de los conductores y peatones en la calle, y que garantice que se cumplan a cabalidad todas las normas urbano arquitectónica vigentes.
Pero al mismo tiempo es imprescindible el control ciudadano de la ciudad y sus ciudadanos, no solo respecto al cumplimiento en ese sentido por parte de las autoridades que han elegido, sino por medio de la asociaciones vecinales, las que deben contar con el apoyo oportuno de la policía municipal. Y lo mismo los distintos grupos de opinión, tanto gremiales, como los medios de comunicación (noticias y opiniones) y las universidades, los que deben ser escuchados seriamente por alcaldes y concejos municipales, ya que los políticos no pueden pretender saberlo todo al respecto, y por lo contrario si tienen que saber cómo llevar el conocimiento teórico a la práctica urbana.
Por eso las diversas asociaciones vecinales y grupos de opinión deben unirse por la ciudad y sus ciudadanos, potenciando los temas en los que coincidan y, en los que no, debatiendo racionalmente tesis y síntesis, para encontrar su síntesis, como propuso Hegel. Y luego proceder a invitar a los candidatos a las alcaldías y concejos municipales a que se centren en dichos problemas, y presenten sus propuestas al respecto, lo que permitirá elegirlos más por sus ideas que por su ideología, en el mantenimiento, gestión y administración de los recursos públicos aportados por los contribuyentes, pero en beneficio de todos los habitantes de la ciudad y de la ciudad misma en tanto artefacto.
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