Siguiendo la propuesta de John Fullerton para replicar el modelo de la naturaleza en la agricultura (Semana Sostenible, 08/2022) la arquitectura regenerativa, que sería también sostenible, se proyectaría a partir de lo que ya hay en el lote: relieve, clima y vegetación, y utilizando lo construido en él, si lo hay, y no demolerlo ignorando su posible carácter de patrimonio cultural (en la medida que sea) y el capital, mano de obra, energía y agua invertidos, y los materiales, componentes y elementos que pueden ser reutilizados. Además se lograrían nuevas formas que recuerden las viejas, evitando el cambio exagerado de la imagen existente de la calle en la que el nuevo edificio estará emplazado.
Y la restauración de cualquier construcción, salvo las de los monumentos, también debería ser de carácter regenerativo, y no asumir sin bases ciertas que se está regresando lo existente al estado que antes tenía, como si los cambios, ampliaciones o demoliciones parciales no fueran parte de la misma, y que no siempre se la puede volver a su uso inicial como si se supiera exactamente cual fue; pero al mismo tiempo evitando competir con lo que se va a conservar ni tampoco disfrazando de viejo lo nuevo, por lo que su nuevo mobiliario debe ser actual, funcional y sencillo, y lo mismo su ornamentación con algunos objetos contemporáneos de la construcción original sólo si es el caso.
Por otro lado, y en razón de sus posibles usos en el futuro, la restauración regenerativa debe primero ser objeto de un anteproyecto por parte de un arquitecto conocedor del tema, asesorado por un restaurador, un ingeniero estructural especializado en reforzamiento de estructuras tradicionales, un diseñador de interiores y un historiador; y solo después pasar al proyecto de restauración propiamente dicho, con cuyos únicos planos se deberán adelantar todas las obras a realizar y no con planos separados; y dicho proyecto de restauración regenerativa igualmente constituiría la base para un necesario manual de usos, mantenimiento, reparaciones y actualizaciones del inmueble a conservar.
Es justamente lo que se propuso a mediados de 2022 para la intervención de la Casa Caldas, en Popayán, usada en parte como museo y en parte para oficinas gubernamentales, pero que debería ser dedicada a la memoria de Francisco José de Caldas, y sólo con otros usos que sean pertinentes a su carácter tanto de museo como de ejemplo de la arquitectura doméstica colonial de esa ciudad. Podría albergar una biblioteca, un pequeño auditorio, una sala de exposiciones, y hasta una pequeña cafetería, pero el diseño del nuevo mobiliario necesario, y su ornamentación, deben formar parte integral del proyecto de restauración regenerativa y no ser proyectos parciales, independientes ni posteriores.
Y con respecto a las nuevas instalaciones hidrosanitarias, requeridas en dicha casa como en toda restauración regenerativa, se propuso que estén en nuevas divisiones, y no en los muros existentes, en donde se las pueda mantener, reparar o cambiar fácilmente; y que las eléctricas y de comunicaciones vayan debajo de suelos de piezas fáciles de remover, como son en ella sus grandes ladrillos tablones. Igualmente se propuso recurrir a antiguas soluciones como el recuperar las atarjeas, o hacerlas nuevas, para recoger el agua de la lluvia de las techumbres en lugar de canales metálicas que no son fáciles de limpiar; y usar como terminado cal con un aglutinante y no pinturas químicas.
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