El plan de ordenamiento territorial, POT, de una ciudad debería ser producto del aporte interdisciplinario de varias profesiones (disciplinas, saberes u oficios); y constituir la guía del gobierno municipal que lo debe llevar a cabo y ejercer su control y actualizaciones. Y debería ser la base de la política de la ciudadanía al elegir Concejales y Alcaldes, si es que se está en busca de una verdadera democracia y no dejándose engañar por el populismo y la polarización de los politiqueros de turno.
Los urbanistas del equipo responsable del POT (hombres y mujeres) deben ser los encargados, considerando los otros análisis, de definir el plan vial y de usos del suelo, incluyendo plazas, parques y zonas verdes, y las densidades habitacionales de las construcciones y viviendas. Plan que debe ser uno solo y a largo plazo, a partir de los otros diferentes aportes, y de las alternativas urbanas actuales que existen en otras partes pero sin perder de vista las propias y tradicionales.
Los arquitectos deben definir las normas a cumplir en los edificios con respecto a estacionamientos, alturas, paramentos, retrocesos y voladizos, y las dimensiones mínimas de sus diferentes partes ya sean de uso público, común o privado. E igualmente las destinadas a la prevención de incendios, evacuaciones de emergencia, uso de energías alternativas, y a la pertinente orientación y ventilación e iluminación naturales según las diferentes latitudes y alturas sobre el nivel del mar.
Los paisajistas deben proponer, considerando los aportes de los otros profesionales, la arborización más indicada para los espacios urbanos públicos, como andenes, antejardines, separadores viales, parques, zonas verdes y huertos comunales, en cada calle de cada barrio, de cada sector, de cada ciudad, y en algunos casos realizar directamente sus diseños. Y también indicar la vegetación más adecuada para los jardines y huertos caseros privados de las casas, edificios de apartamentos y otros.
Los ingenieros, que son de varias especializaciones, colaborarán con el prediseño de viaductos, puentes y pasos subterráneos. Y con los problemas de topografía y resistencia de los suelos; con los requisitos de sismoresistencia de las estructuras portantes, cerramientos y cubiertas de los edificios; así como con las normas de construcción e instalación de las distintas redes de servicios, como las hidráulicas, sanitarias, eléctricas, de calefacción o aire acondicionado, y de comunicaciones.
Los sociólogos deben colaborar con la información pertinente sobre los distintos habitantes de la ciudad: sus orígenes, costumbres, estratos socioeconómicos, usos habitacionales, comportamiento en el espacio urbano público, educación, necesidades y aspiraciones, y en qué partes de la ciudad se localizan mayoritariamente esos diferentes grupos. Y también idear cómo socializar permanentemente en las diferentes localidades los planes de ordenamiento territorial y los que se deriven de ellos.
Los economistas deberán analizar la relación costo beneficio de las diferentes obras públicas y los diversos equipamientos urbanos a realizar y cómo financiarlos y, además, el costo de su mantenimiento y probables ampliaciones en el futuro. También deben ayudar a definir el impuesto predial, y cómo usar el de plusvalía para ayudar a la correcta ejecución de las construcciones privadas, consideradas en un plan urbano, y su posterior control por parte de las autoridades municipales.
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