Los ciudadanos, naturales o vecinos de una ciudad, son
miembros activos del Estado, titulares de derechos políticos y sometidos a sus
leyes (DLE). Y si además son urbanitas acomodados a los usos y costumbres de la
ciudad (DLE) deberán preocuparse por la suya y su región (política, economía,
sociología, cultura y urbanismo) y actuar con responsabilidad en cada uno.
Problemas que cada vez se comparten más con los de más de la mitad de los casi
ocho mil millones de personas que viven en ciudades, y en Colombia cerca de
tres cuartas partes, pero aquí poco conscientes de lo que significa.
En lo
económico, o sea la organización y manejo de los recursos disponibles para
satisfacer las necesidades y lograr un mayor bienestar, estar atento al buen
manejo del erario, o sea de los recursos del Estado en sus diferentes niveles
(al que contribuyen los ciudadanos con los diferentes impuestos que pagan), por
parte de las autoridades respectivas. Y denunciar la corrupción a todos los
niveles de la gestión de lo público, la que lleva a la utilización de las
propuestas y de las obras públicas en provecho económico de sus gestores y no
de las oportunas y correctas soluciones.
En lo social, o sea todo lo que
tiene que ver con la educación, la vivienda y la salud suministradas por
el Estado, o sea públicas, vigilar su correcta planificación, realización, uso
y control, y lo mismo con las suministradas por la empresa privada ya que
igualmente afectan lo público: las ciudades. Entender que ciudad, ciudadanos y
civismo conforman un todo que incluye lo físico, las actividades, los
servicios, el comportamiento y la cultura, aspectos que interactúan y se
complementan a corto y largo plazo: a lo largo del día, de la semana, del mes,
del año y de los años por venir.
En lo cultural, o sea lo que
tiene que ver con el ser humano (valores, creencias, ideologías, tradiciones,
costumbres, usos, objetos, monumentos, vestimentas y comidas) reconocer los
propios y respetar los de los otros, o sea convivir civilizadamente en la
ciudad, la que su buen manejo los interrelaciona prudentemente, identificando y
respetando sus sectores más característicos, para el beneficio de todos sus
diferentes ciudadanos y visitantes. Buen manejo político que implica los
conocimientos necesarios que permitan entender las ciudades y sus ciudadanos.
En lo
urbano, o sea lo que tiene que ve con la ciudad en tanto que artefacto
construido, cumplir con las normativas al respecto del espacio urbano público
(andenes y calzadas de las calles, avenidas y vías, y las plazas, parques y
zonas verdes) como igualmente las de los espacios urbanos privados que generan
los edificios, y estos mismos, o sea, no hacer en ellos lo que venga en gana a
cada propietario o usuario. Y desde luego proteger los paisajes agropecuarios o
naturales que rodean y caracterizan a cada ciudad, junto con sus corrientes de
agua, ríos, lagos, playas y biodiversidad.
En lo político, o sea el
gobierno y la organización de la sociedad (DLE), empeñarse en participar en las
elecciones, así sea votando en blanco, y no abstenerse irresponsablemente; y
para hacerlo, evaluar las propuestas de los candidatos respectivos a cada nivel
sobre los aspectos ya planteados, como también valorar la capacidad, formación
y experiencia de cada uno para sacarlas adelante. Propuestas que se ofrecen
para resolver problemas y que por lo tanto hay que primero identificarlos y
analizarlos sin preconceptos para poder valorar las propuestas respectivas.
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