El
edificio Atrio, en Bogotá, diseñado por Richard Rogers, Premio Pritzker 2007, y
quien murió el 18/12/2021, genera comentarios, como los de algunos colegas en
el sentido de que “continúa una tradición de que lo mejor viene de afuera y que
lo que se hace en Colombia es de menor calidad; una actitud de colonialismo
interno.” “Especulación urbana.” “Es una manifestación más de gran escala
en Colombia del orden socioeconómico actual, mucho más preciso y aterrizado que
casos anteriores [y] hay que conocerlo para ver cuál es el aporte en espacio
público aprovechable, de calidad y público de verdad.” Comentarios que vale la
pena confrontar y sacar conclusiones pertinentes.
El
hecho es que el arribismo cultural en el que ha caído la arquitectura de los
países más pendientes de seguir a Europa en lugar de mirar mejor lo regional,
propio y apropiado, partiendo de los desafíos que tiene la arquitectura
de frente a la sobre explotación de los recursos naturales y al calentamiento
global, y considerando que la climatización pasiva ya había sido abordada por
las culturas que habitaban el Nuevo Mundo al que llegaron españoles y
portugueses, a lo que hay que agregar el deber de conocer mucho mejor de qué
manera influenciaron a nuestra arquitectura colonial y cuánto podemos aprender
de ella respecto al cambio climático, en especial en el trópico americano.
Repensar
la arquitectura en Hispanoamérica es un objetivo urgente para esta profesión,
actualmente sin duda en crisis, y considerando además el rápido crecimiento de
muchas de sus ciudades. Hay que buscar que la arquitectura, en tanto arte y
técnica, vuelva a ser sostenible, contextual y emocionante, en su emplazamiento,
función, construcción y forma, y además considerando su probable remodelación
posterior, o directamente hacerla a partir de los edificios existentes cuya
demolición (muchas veces innecesaria) hay que evitar en lo posible, y por lo
contrario lo pertinente es restaurarlos, reforzarlos, actualizarlos,
redistribuirlos o remodelarlos a fondo.
Lo cual lleva a una diferente
manera de proyectar y por lo tanto a repensar a fondo su enseñanza/aprendizaje
en las universidades. En esta dirección apunta el trabajo del profesor Andrés
Erazo Barco de la Universidad de San Buenaventura en Cali, quien con Manuel
Mendes de la Universidad de Porto y Antonio Armesto de la Universidad
Politécnica de Cataluña, realizaron una exposición al respecto (El carácter de
la tradición en la arquitectura de Barney, Távora y Coderch, 2019,
en el Museo La Tertulia de Cali) enfocada acertadamente a cómo reinterpretar la
tradición desde la modernidad poniendo tres ejemplos, una casa en España, otra
en Portugal y otra en Colombia.
Además, a inicios de la tercera década del siglo XXI es muy
importante que se escriba más sobre arquitectura y ciudad en los medios de
comunicación, ya que más de la mitad de la población del mundo vive en ellas y
en muchos países, como Colombia, cerca de las tres cuartas partes. Columnas de
opinión sobre la ciudad y su arquitectura que, superando los desafíos actuales
que tienen los medios tradicionales de difusión de la arquitectura (cada vez
hay menos revistas de arquitectura), permitan que muchos más de los actuales
habitantes de las ciudades se conviertan en urbanitas y por tanto en reales
ciudadanos preocupados por su ciudad, como artefacto, y por lo tanto por la
arquitectura en ella.
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