¿Qué
hace bella a una ciudad? Sin duda sus construcciones (edificios, casas, amueblamiento,
puentes), el espacio urbano que conforman (calles, avenidas, plazas, parques,
zonas verdes) y su trazado, y el paisaje que la rodea (montes, montañas, ríos,
bahías, playas). Entonces ¿qué hace bella una construcción? ¿Qué un espacio
urbano? ¿Y el paisaje? Belleza, según el DLE, es la cualidad de lo bello: algo
que por la perfección de sus formas complace a la vista o al oído y por
extensión al espíritu, y este es el carácter íntimo, esencia o sustancia de
algo, en este caso alguien. O sea que la belleza de una ciudad depende de quien
la recorra y mire, su educación, su sensibilidad estética y sus viajes.
Los
monumentos pueden tener su propia belleza, como la Tour Eiffel o Notre Dame,
pero lo que está a su alrededor los debe respetar y además deben estar
suficientemente separados unos de otros; o incluso estar algo lejos como lo
están las Pirámides de Giza de El Cairo; y en Brasilia sólo hay algunos
monumentos y muchos bellos edificios exentos pero pocos espacios urbanos
bellamente conformados. Las construcciones más comunes, por lo contrario, en
general deben contribuir discretamente a los espacios urbanos públicos que
conforman, mas no repetirse idénticas o ser una sola a lo largo de toda una
manzana, o, peor, ser varias muy diferentes entre sí dándose codazos entre
ellas.
Hay ciudades que deben su gran
belleza a su paisaje de cerros y agua como Rio de Janeiro; o Porto; a la
presencia del agua como Venecia o Brujas o Ámsterdam; a espacios urbanos de
agua y edificios como Estambul, París, Berlín, Nueva York, Chicago o Buenos Aires;
sólo a sus edificios como Florencia o Pisa, o como Atenas cuya Acrópolis es un
cerro monumentalizado; Ciudad de México son varias ciudades de bellezas
diferentes; La Habana y Cartagena de Indias tiene paisaje, agua, monumentos y
bellas casas; pero Cartagena, la de Murcia, tan parecida pero más pequeña que
la de Indias, apenas es muy bonita, igual que Chefchaouen que lo es de entrada
por su color azul.
Bonito, dice el DLE, es apenas lo que es lindo, agraciado, y
de cierta proporción y belleza, como lo es Popayán, no así Mompox, más pequeña,
a la que el río Magdalena vuelve bella. Cali fue hasta mediados del siglo XX
bonita pera ya entrado el XXI es como una cara cada vez más fea en un cuerpo
que mantiene bello: sus montes, su cordillera con sus muy altos y muy bellos
Farallones lamentablemente casi siempre entre las nubes, y está el sonoro río
de alta pendiente, “el río de la ciudad” como se lo llamó antes, que la cruza
por la mitad, y el ancho, lento y embarrado río Cauca, paralelo a la
cordillera, que la separa/une con el amplio valle a sus pies, el que recorre de
sur a norte.
En conclusión, la belleza de una ciudad es sin duda
imprescindible para una mejor calidad de vida en ella, es decir, como dice el
DLE, aquel conjunto de condiciones que contribuyen a hacer la vida agradable,
digna y valiosa; y no sobra recordar que vida es la existencia de seres vivos
en un lugar, y también una cierta manera de vivir. Por eso es tan difícil
entender cómo es que se ha tolerado en muchas ciudades en Latinoamérica la demolición
de lo que las hacia bellas, o al menos bonitas como tantas aún lo son, pues no
han crecido tanto ni tan rápido, todo dizque para “modernizarlas” o para
“cambiarles la cara” pero en realidad deformándolas con vulgar silicona
arquitectónica.
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