Hay que
continuar insistiendo en este tema, del que tanto se ha escrito en esta
columna, ya que aunque los edificios conforman todos los espacios urbanos
públicos, y en este sentido son públicos, no se le da a este aspecto la
importancia que amerita en relación con la ciudad, en tanto espacio construido,
y no apenes respecto a su uso sino a su forma, no se la ve también como un
artefacto sino apenas lo que sucede en él. El hecho es que la imagen urbano
arquitectónica de las distintas partes de la ciudad es de gran importancia para
sus habitantes aunque muchos no sean conscientes de ello, de que es parte de su
cultura, con su lengua, comidas, vestidos, usos y tradiciones.
Los edificios conforman los
espacios urbanos públicos especialmente con el uso del suelo en sus primeros
pisos, aún más cuando este es público, desde una tienda a un gran centro
comercial, o un escenario deportivo o cultural, una escuela o una universidad,
un centro de salud o un hospital, y en cada caso esa relación es diferente. Y
lo mismo respecto a las entradas a garajes y edificios privados, la mayoría
destinados a vivienda pero, aunque en menor cantidad, también a oficinas y
otros usos. Usos que influyen mucho en la seguridad y movilidad de los peatones
por sus respectivos andenes, por lo que no se deberían permitir construcciones
de amplios frentes cerrados y sin varios accesos.
Los edificios proyectan
molestas sombras y reflejos sobre el espacio urbano público, ocultan paisajes,
brisas y vistas, o afean su entorno, y entre más grandes o altos peor. El
irrespeto por lo ya construido en ciudades muy nuevas es general, incluyendo
los bienes considerados de interés cultural [BIC], ni tampoco por sus
monumentos, en los que se ignora su carácter de hitos urbanos históricos que identifican
lugares de la ciudad y con frecuencia a la ciudad toda. Se deja de lado aquello
de que los edificios conforman los espacios urbanos públicos y que en este
sentido son públicos o, si se prefiere, que igualmente lo son para el público
que circula diariamente, o en ocasiones, por sus calles.
Los
edificios conforman los espacios urbanos públicos y en este sentido son
públicos, independientemente de que sea conscientes o no pero que de una forma
u otra los afectan, lo que poco entienden sus propietarios privados ni, lo que
es inadmisible, sus ocupantes en los edificios públicos. Como dice el DLE, la
fachada es el paramento exterior de un edificio, especialmente el principal, y
el que sea exterior es, precisamente, lo que le da su carácter público, con la
excepción de las casas aislada en los suburbios detrás de un amplio y
arborizado antejardín, pero cuando se las encierra detrás de un muro o un
tupido seto, este pasa a ser parte de la ciudad.
En conclusión, las normas
urbano arquitectónicas a las que las ciudades obligan a sus edificios, deberían
darle más importancia a este tema, el que poco interesa a sus alcaldes y
concejales, y mucho menos a los ciudadanos que los eligen ni en general a los
medios con algunas excepciones como lo es Caliescribe.com. Iniciativa que
debería comenzar por los programas de arquitectura profesional de las
universidades, y aunque algunas lo están haciendo poco a poco, en las ciudades
que están creciendo rápidamente, como es el caso de Cali, la miopía de los
promotores de vivienda para ver mejor la arquitectura (y los negocios) se puede
evidenciar por toda la ciudad cada vez más.
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