El inicial trazado ortogonal de la ciudad facilitó, desde la tercera década del siglo XVI hasta ya iniciado el XX, el lento crecimiento de la ciudad sobre la ribera derecha del río Cali, en sentido este y oeste, pero también al sur, a base de manzanas regulares, cuadradas o casi, con construcciones generalmente de un piso en uno o más de sus costados, dejando un espacio verde al centro. La manzana central era la plaza de la ciudad, y las plazuelas enfrente de las iglesias ocupaban más o menos un cuarto de manzana. Pero en Cali el trazado quedó torcido, generando manzanas con forma de rombo que presentan esquinas más cerradas o más abiertas, dificultando su mejor diseño.
Con el muy rápido crecimiento en las primera décadas del siglo XX de la ya nueva capital del nuevo Departamento del Valle del Cauca, y su conexión con Buenaventura, su urbanismo pasó a ser de trazado lineal a lo largo del camino a Popayán y más tarde a Yumbo, inclinado este último con respecto al trazado fundacional existente, y la ciudad se extiende desde entonces entre la cordillera Occidental y el río Cauca, y hacia este último. Pero los nuevos ensanches hacia el norte y el sur, si bien conservaron, más o menos, el trazado ortogonal, no continuaron el trazado fundacional en muchos casos, y ni siquiera empataban claramente unos con otros. Así comenzó el actual caos vial de Cali.
Caos agravado a mediados del siglo XX por los pequeños trazados semi radiales de algunos barrios como el de Miraflores, junto con los trazados semi independientes de las nuevas y grandes urbanizaciones de las últimas décadas del siglo en los suburbios de la ciudad, y mucho más en las primeras del XXI cuando pobres, y luego ricos, invaden el piedemonte. Además la ciudad se unió sin control con Yumbo y Jamundí, con el fatal resultado que no existe ninguna vía norte sur o este oeste que tenga continuidad de un extremo a otro, como sí la tenían todas en su trazado ortogonal inicial, lo que es el principal error de no haberlo continuado, corrigiendo su inicial “torcedura” por supuesto.
Por lo demás, la austera arquitectura colonial, de origen hispanomusulmán, que caracterizaba a Cali comenzó a ser reemplazada, en la primera mitad del siglo XX, para los nuevos edificios públicos, por una arquitectura historicista, siguiendo modelos góticos, renacentistas, barrocos o neoclásicos, y se multiplicaron las demoliciones. En la segunda mitad del siglo ya fue la arquitectura moderna racionalista, tan dependiente del ángulo recto, y la español californiano, las que se repitieron sin considerar el clima, relieve y vegetación de su entorno natural, muy diferente al de sus modelos norteamericanos; y, por último, aparecen muchas “torres” y engendros de los actuales nuevo ricos.
Caos urbano y arquitectónico que se podría resolver oficializando el área metropolitana de Cali, para su planificación y posterior control, y con un nuevo eje urbano y regional a lo largo de la actual línea férrea, de Yumbo a Jamundí, con el tren de cercanías, una autopista urbana y el par vial de 25 y 26, cruzado de este oeste por varias vías de doble calzada, y la principal sería el par vial a los dos lados del río Cali y su prolongación a Palmira y Buenaventura. Y una nueva reglamentación de usos del suelo y alturas más indicadas, a los lados de todas estas nuevas vías, procurando de nuevo una arquitectura sostenible, frente al cambio climático, respetuosa del entorno construido, y emocionante.
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