Es un muy grave error dejar que Cali se extienda más, no solamente se alargan los recorridos, aumentado la emisión de gases de efecto invernadero hasta que se eliminen los motores a gasolina, sino que hace más difícil el controlar la ciudad y entonces la inseguridad aumenta; por lo tanto, lo conducente es densificar la ciudad. Pero no en todos sus diferentes sectores ni con innecesarios edificios en altura, y desde luego no en las laderas de sus tres montes ni en el piedemonte de la cordillera. El problema es, entonces, que es necesario reglamentar estrictamente los suelos urbanizables e impedir que se lo haga mal, como lamentablemente viene sucediendo hace años.
Pero equivocadamente se suele creer, que no pensar, que sólo se puede densificar con edificios altos, los que son innecesarios para duplicar y hasta triplicar las densidades actuales de Cali, lo que se puede lograr con apenas cinco o siete pisos, que son los más amables con la ciudad y con sus ocupantes pues no se pierde el contacto con la calle y su animación, y sus visuales no serán interrumpidas por otros edificios con suele suceder con los altos. Edificios de mediana altura que además pueden tener ascensores hidráulicos, más seguros, confortables y ventilados naturalmente cuando sus cabinas tienen una ventana posterior o lateral, de celosías, abiertas al exterior o a un jardín.
Por lo contrario, permitir muchos más edificios altos en las laderas de los tres bellos montes de Cali, es permitir que se interfiera o se impida la vista desde la ciudad hacia ellos y que se tranquen las frescas brisas que desde ellos bajan a la ciudad; además de la dificultad que supondría llegar hasta allá caminando o en bicicleta, incrementando el uso de ruidosos carros contaminantes. El caso es que a muchas de las casas actuales de uno o dos pisos, que son las que predominan en esta ciudad, se les podría agregar uno o dos pisos más, reforzando sus usuales muros portantes, y reusando todos sus componentes, elementos y partes que se pueda, volviéndolas edificios de apartamentos pequeños.
Con respecto al largo piedemonte de la cordillera, lo pertinente es solo permitir pequeñas agrupaciones de bajísimas densidades, y con construcciones aisladas predominantemente de solo un piso. Al fin y al cabo, el piedemonte también se puede definir como la zona donde comienza la ocupación del suelo y el asentamiento de una población humana (DLE). Y lo que sí se debería de hacer allí, en lugar de esos codiciosos y repetitivos edificios altos que lo están invadiendo, son pequeñas hidroeléctricas, acompañadas por parques naturales, para alimentar con más energía limpia y agua dulce a una ciudad que así poco a poco sería más densa y menos extensa y con mejor calidad de vida.
Y por supuesto primero que todo habría que densificar el Centro Ampliado hoy con muy poca vivienda y muchos lotes disponibles, principiando por el del Sena, diagonal al final del Paseo Bolívar, y que es todo un despropósito que siga desocupado pese a ser de propiedad del Estado. Pero no se trata de demoler lo ya construido para construir de nueva planta sino, ante todo, haciéndolo en los muchos lotes que allí existen, los que habría que expropiar de ser necesario, y solo demoler construcciones de uno o dos pisos cuando ya se encuentren rodeadas por todos sus costados por edificios de más de cinco; y de manera similar en las centralidades peatonales que ya se pueden identificar.
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