En el diseño de las vías no se piensa en que son para los peatones (andenes y cruces) como para los vehículos (calzadas) ya sean buses, carros, motos o bicicletas; además no tienen continuidad de extremo a extremo de la ciudad, y muchas son de dos sentidos en unos tramos pero de uno en otros, o este lo es en sentido contrario al otro lado de un cruce, y en muchas calzadas los carriles cambian de ancho o no tienen continuidad de tramo en tramo. Además en muchas vías su demarcación y señalización es obsoleta, confusa, contradictoria, incompleta, o inexistente (como “ceda el paso”) y los semáforos no están coordinados ni ya hay casi números y sentidos de las vías en los cruces.
En consecuencia, hay que entender que el irresponsable y agresivo comportamiento en las vías de los conductores de diversos vehículos, se debe en primer lugar a lo señalado en el párrafo anterior, pues es lo que los lleva a irrespetar las señales ya que no pocas de ellas no son cumplibles a cabalidad y muchas ni siquiera se pueden ver, por lo que se ven abocados a interpretarlas como puedan y les convenga o sencillamente les toque hacerlo, lo que además los impulsa a no respetar a los otros vehículos, pitando y “empujando” y “mentando madres” para poder avanzar de “primeros” por ser más “vivos” que todos y con un carro más grande, como de mafioso, sin importar peatones y ciclistas.
Por su parte, el muy desordenado y arriesgado proceder de la mayoría de los peatones en las vías que, junto con el de los motociclistas, lleva a tantos accidentes mortales, se debe a que la inexistencia, insuficiencia, mal diseño o mal estado de los andenes o su ocupación por vendedores o carros estacionados, los obliga a caminar por las calzadas, o a que los pasos pompeyanos o peatonales, o los “pares” mismos, que casi siempre están mal ubicados, los obliguen a cruzarlas “corriendito” por cualquier parte por donde mas o menos se pueda, sin pensar mucho en su seguridad y menos aún en la incomodidad que causan al desplazamiento más rápido y seguro de bicicletas y vehículos.
Finalmente, al no estar oficializada el área metropolitana las autoridades de Cali no tienen control sobre la movilidad en buena parte de ella, y además no existe una única Policía Municipal para la vigilancia del tránsito en sus principales vías, y al mismo tiempo la de los demás espacios urbanos de uso público como calles comunes, plazas, parques y zonas verdes. Pero igualmente sobre el uso y las modificaciones autorizadas de las construcciones que los limitan, y el comportamiento de sus habitantes, principalmente el ruido ajeno, y no únicamente atender a su seguridad, lo que por supuesto es su primer deber. Sólo así se podría adelantar a la urgente educación cívica de los caleños.
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