En las ciudades los volúmenes de los edificios conforman espacios libres o cerrados, privados como públicos, y su carácter está definido por sus fachadas, siguiendo inicialmente un uso, luego parte de la cultura y periódicamente las grandes intervenciones de reyes y más recientemente de presidentes y alcaldes, y desde el siglo XX son objeto de reglamentos. Junto con los monumentos y la arborización de parques y andenes definen las ciudades y en estas sus diferentes sectores. De ahí, la importancia de su proyecto, construcción, mantenimiento y, lo más importante, su uso por parte de todos los habitantes de las ciudades, aspectos todos estos que en ciudades como Cali son muy deficientes.
El proyecto de los espacios urbanos públicos, no apenas su diseño, ya que igual que la arquitectura es el arte y la técnica de proyectar edificios, el urbanismo lo es el proyectar espacios urbanos para poderlos construir con eficiencia y economía, y que sean seguros, sostenibles, contextuales, funcionales, confortables y emocionantes: artísticos, es decir emocionantes, lo que diferencia mucho su diseño del de muchos otros objetos y de ahí el neologismo de “proyectación”. Por eso su planteamiento debe partir de equipos transdisciplinarios de políticos, historiadores, sociólogos, ambientalistas y economistas, para que los desarrollen urbanistas, arquitectos, paisajistas e ingenieros.
La construcción de dichos espacios urbanos públicos debe ser responsabilidad exclusiva del estado, y no que sean los particulares los que muchas veces hacen o modifican los andenes y que tampoco entiendan que los antejardines, fachadas y altura de los edificios juegan un muy importante papel en el espacio urbano público en las ciudades. Además la ausencia de un verdadero plan urbano y su control, ha llevado a que se confunda lo público con lo privado y a una caótica realidad urbana, como se ve por todas partes, que ha llevado al individualismo de sus habitante en detrimento de la calidad de vida de todos, y a que la mayoría de ellos no se comporten como verdaderos ciudadanos.
Son espacios urbanos públicos cuyo mantenimiento, por consiguiente, debe ser una responsabilidad del estado y no de los particulares, los que con frecuencia deben acometer, y ante la carencia de normas al respecto y de control al respeto a las mismas, cada cual los hace a su juicio poniendo en riesgo no sólo su seguridad y durabilidad sino, sobre todo, su apariencia. Y con ella la de la ciudad al llenarla de remiendos mal hechos y feos, a los que contribuye el lamentable descuido al respecto de muchas obras públicas, dando mal ejemplo, como suele suceder con el mantenimiento burdo de las vías y con los postes y líneas aéreas de energía o comunicaciones cada una por su lado.
Finalmente, lo más importante es el mal uso de los espacios públicos por parte de todos, como lo es el mal comportamiento en ellos junto con la invasión de andenes y antejardines, y el deterioro de los parques y zonas verdes. Pero más educación cívica al respecto de poco serviría si antes no se ha cumplido con lo dicho respecto al carácter, proyecto, construcción y mantenimiento de los espacios urbanos públicos. Público, como lo define el DLE, es lo sabido por todos, que se hace a la vista de todos, accesible a todos y destinado a todos los que forman una colectividad. Entonces el meollo de todo este asunto es por qué aquí no se lo entiende así, y la respuesta es la visión miope de todos.
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