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San Antonio: un ejemplo. 18.05.2019


         Se ha dicho que este viejo barrio de Cali es su mejor vividero, pero ahora hay que hacer énfasis en que se trata de un buen ejemplo para la ciudad, por su pertinencia en tanto emplazamiento, función, construcción y forma. Son pertinentes a su geografía de Cali y tradición histórica, tan necesarias pues tal parece que ya no fuera tal, de lo caótica que se ha vuelto desde que se comenzó a demoler lo “viejo” para cambiarlo por lo “moderno” lo que además poco se hizo o se hizo mal.

       El barrio está localizado en la ladera de la cordillera, de donde recibe frescas brisas al atardecer y  hacia la que tiene bellas vistas con la colina de San Antonio y su antigua capilla en primer plano, y abajo está el parque de la Loma de la Cruz. Se encuentra muy cerca del Centro de la ciudad, del río Cali y del parque del acueducto, como de varios centros comerciales y supermercados, una escuela y un poco más allá un par de clínicas, el Colegio de Santa Librada y el Liceo Benalcázar.

       Su función, en tanto barrio residencial, junto con unas pocas y tradicionales tiendas de esquina, y ahora con sus bienvenidos restaurantes, hostales y algún comercio, los respetuosos de las normas se entiende, a los que se puede llegar caminando, es casi ideal. No como esos conjuntos extramuros, mal llamados residenciales, en los que hasta para comprar un pan hay que ir en carro, y en donde sus ocupantes no se comportan como vecinos ante la ausencia de espacios urbanos adecuados.

    La construcción tradicional de sus viejas casas tiene mucho que enseñarnos en términos de sostenibilidad, en tanto uso de materiales como la tierra, cruda o cocida, la reutilización de lo ya construido, la necesidad de poco hierro y acero y de mínimo vidrio. Y por supuesto su climatización natural pasiva, es decir sin aires acondicionados consumidores de agua y energía y por tanto grandes generadores indirectos de los gases de efecto invernadero causantes del cambio climático.

      Su forma urbana, con siglos de antigüedad, es no solo la propia de nuestras ciudades, sino la más deseable para la vivienda en un clima tropical medio y no tan lluvioso como el de la región. Principiando por sus patios y solares, sus muros de encalados blancos y sus ocres techumbres. Construcciones tradicionales todas similares pero nunca idénticas, como sí lo son esas aburridora y feas filas de casas repetidas o esos edificios de apartamentos iguales, como lo son estos en todos los pisos.

    Pero infortunadamente todo lo anterior sigue en peligro debido al abuso de los locales comerciales ocupando la totalidad de los predios, los carros trepados en los andenes, el ruido ajeno y la pintarrajeada de las fachadas, todo ante la incomprensible falta de control de las autoridades municipales olvidando cómodamente su deber de hacer cumplir las normas vigentes, y a la ignorancia e insensibilidad de los que no entienden la importancia de conservar un barrio como San Antonio.

     Se trata desde luego de un problema de cultura, entendida como el conjunto de conocimientos, tradiciones y prácticas que una generación pasa a las que le siguen, pues debido al muy rápido y fuerte crecimiento de Cali este ha sido caótico, tanto por las diferencias culturales de sus nuevos habitantes, como a la dependencia cultural de los que desde mediados del siglo XX han confundido lo moderno con lo norteamericano: suburbios, “torres”, vidrio, aire acondicionado, carros particulares y puentes.

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