Dice Henri Bergson (París
1927-1941) que “la repetición es el olvido del pasado” lo que es muy grave pues, como concluye, “cuanto más pasado, más
futuro” (Antonio Dopazo Gallego, Bergson,
2015, p.120). Es lo que no entienden
los que condenan a las ciudades a una obsolescencia sí no programada
exactamente si inducida, tanto por parte de funcionarios corruptos o ignorantes
del tema como igualmente por muchos de los dedicados de una manera u otra a la
llamada industria inmobiliaria, una actividad económica que aquí se ha rebajado al negocio más elemental, dejando
de lado que su objeto es “construir, arrendar, vender y administrar viviendas”
como dice el DLE.
Elementalidad que consiste en repetir el
mismo proyecto, ya sean casas o edificios, y gracias a una propaganda engañosa
convencer a compradores ingenuos de que están adquiriendo la última moda, la
que “es
simplemente una forma de fealdad tan insoportable que nos vemos obligados a
alterarla cada seis meses” como afirmaba Oscar Wilde. Venden sus casas y se van a apartamentos sin
dobles alturas, sin terrazas ni azoteas, si acaso un balcón que no lo es, y
desde luego sin patios ni jardines, y con un solo ascensor inutilizable cuando
está en mantenimiento, dizque a disfrutar de una vista que pronto les será
tapada con otro edificio idéntico, y así se repite el mismo cuento.
Las
llamadas popularmente constructoras destructoras ya acabaron con el río Cali en
su paso por la ciudad (en sus cabeceras lo están haciendo otros) y ahora
quieren pasarle por encima una seudo ciudad al río Pance, a base de repetir los
mismos edificios o casas en cada “urbanización” e incluso en varias en diversos
lugares sin importar su geografía e historia: su patrimonio construido, el que
es innecesariamente demolido. Es la economía de escala aplicada también a la
arquitectura, lo que es fatal para esta, y no únicamente a la construcción,
como es lo pertinente, ya que busca que “el coste medio de un producto por
unidad caiga a medida que la escala de la producción aumenta” (Wikipedia).
Ya
existen prototipos de casas de crecimiento progresivo de uno o dos pisos, con o
sin altillo, tanto izquierdas como derechas, y lo mismo edificios en los que
todos los pisos son diferentes, pero que junto con las primeras, se construyen
con los mismos componentes, elementos y partes permitiendo reducir costos sin
tener que repetir, idéntica, la misma vivienda. Pero sin olvidar el pasado y
con más futuro, lo que ampliaría su demanda y por tanto sería un mejor negocio
para sus promotores, sus compradores y, lo más importante, para la ciudad. Así
eran las viviendas tradicionales en las que se repetía la construcción más no
su arquitectura, que, por lo contrario, se reinterpretaba poco a poco.
Comentarios
Publicar un comentario