Como en toda moneda, las dos caras de un verdadero POT no se
pueden ver al mismo tiempo, aunque son definitivamente interdependientes, pero
sin duda un plan vial general, considerando las posibilidades de urbanización,
debe ir primero…pero solo lo general. Como en las ciudades coloniales en las
que primero se establecía su trazado en cuadricula (como en un campamento para
las legiones romanas) pero entendible en todas las direcciones al menos hasta
un río o un monte, y sólo después se ocupaban las manzanas con usos ya
conocidos como viviendas, la plaza y la iglesia, y muchos años más tarde se
empedraban algunas calles centrales, y se hacían nuevas plazas e iglesias y
algún convento.
Remediar problemas puntuales ocasionados por nuevas
urbanizaciones, sin tener ese plan vial general, solo puede empeorar las cosas
después. Por eso es tan importante el Plan Vial actualmente en estudio del Concejo
de la ciudad, el que se debería socializar principalmente en las universidades,
como en las sociedades de arquitectos e ingenieros y la de Mejoras Públicas, lo
que incomprensiblemente no se ha hecho aún. Afortunadamente cada vez es más
claro para todos que el eje principal de ese plan debería ser utilizando la ancha franja pública que va a
lo largo del corredor férreo (el que es sólo de 22 metros en su parte central)
que recorre la ciudad de sur a norte.
Debería ser evidente en una ciudad lineal, que durante cerca de
tres siglos lo fue a lo largo del río Cali en dirección este–oeste, pero que
desde que se pasó al otro lado del rio, con la construcción del Puente Ortiz en
1835, pero sobre todo con su ampliación de 1946, siguió siendo lineal pero
ahora en sentido norte-sur, entre el rio Cauca y la Cordillera Occidental,
prolongándose hasta Jamundí y Yumbo. Cuando se construyó el ferrocarril, su
trazado fue al lado de la pequeña ciudad de entonces y por supuesto en
dirección norte-sur, el actual corredor férreo, al que después, cuando la
ciudad se pasó al otro lado, se consolido el par vial de las calles 25 y 26,
que extrañamente no se ha completado a todo su largo.
Tampoco es difícil entender que hay consolidar otras vías en
sentido norte-sur, y todas las principales este-oeste, utilizando los tramos en
el mismo sentido, en cada caso, de las vías actuales y conectándolos entre sí,
con lo cual se afectarían muchas menos construcciones que continuar corriendo
las líneas de paramento, lo que rara vez concluye en la ampliación completa de
una calle, y mucho menos tumbando manzanas enteras como se hizo con la Calle
Octava. Y de contera la nomenclatura de la ciudad se simplificaría mucho, lo
que redunda en su mejor calidad de vida, pues encontrar una dirección en Cali
es cosa tan ardua como circular por ella.
Con
respecto a los usos del suelo, además de abandonar su estricta zonificación por
actividades y estratos, buscando que sencillamente no sean usos incompatibles,
habría que considerar por lo contrario su accesibilidad peatonal y en
bicicleta, y su cercanía a las paradas del transporte público colectivo. Pero
igualmente a las diferentes centralidades que se deberían consolidar a lo largo
de la ciudad. En conclusión, plan vial y de usos del suelo son las dos cara del
Plan de Ordenamiento Territorial, POT, para que no sea lo contrario en aras de
los intereses privados de los constructores de vivienda o centros comerciales
de los que se está llenado la ciudad, sin otro criterio que el negocio, no
bueno sino elemental.
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