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Centralidades peatonales. 07.07.2018


       Estas “ciudades dentro de la ciudad” fue, en la década de 1970, una política urbana en Colombia, que aún se podría implantar, por ejemplo en Cali, y de la que ya se ha hablado varias veces en la Columna ¿Ciudad? de El País (27/04/, 25/05/, 15/06/, 06/07/ y 10/08 de 2017 y 19/04/ de 2018). Comenzando por definir estas nuevas centralidades peatonales alrededor de los principales pasos, sobre o bajo, el Corredor Férreo que cruza la ciudad de Norte a Sur. Al Norte, la Calle 70. Al Centro, la Carrera 8ª, la Carrera 1º, la Carrera 15. Y al Sur, la Diagonal 23, y la Carrera 39, y en donde deberían localizarse las principales estaciones del tren de cercanías, como lo ha propuesto un grupo de profesionales, Civilis, adjunto a la SMP-C.
                                                                                                                                                                         Y hacer viviendas con densidades medias y altas a su alrededor, lo que sería más económico que llevar los servicios y el transporte a los extramuros que es donde ahora se hacen para beneficio apenas de los terratenientes y constructoras que cercan a Cali, dejando de lado su amplio Centro Tradicional en el que hay tantos lotes y construcciones abandonadas. Y la movilidad en la ciudad, preferencialmente de peatones por amplios, llanos y arborizados andenes, y de ciclistas por adecuadas ciclovías, sería mucho más eficiente y placentera y por lo tanto económica. Son apenas unas seis centralidades peatonales.
                                                                        
     La principal sería el Centro. El cruce del par vial de la Avenida Colombia y la Calle 4º Oeste, a lado y lado del río Cali, continuado por la Carrera 1º, y sus prolongaciones a Palmira y Buenaventura, con el corredor férreo, y su conexión con Santander de Quilichao y Pereira, a la altura de la Estación y el Terminal de buses interurbanos, es el punto de encuentro de un sistema de ciudades de más de cinco millones de personas. Allí están las antiguas instalaciones de la Industria de Licores del Valle, las (abandonadas) bodegas del ferrocarril, Molinos Titán, con sus ignoradas posibilidades, y la Base Aérea, que, con lago y todo, sería el gran parque de la región.

    Lo más importante de las centralidades peatonales es que permiten el encuentro y convivencia de los ciudadanos. Como dice el economista Edward Glaeser: “Para prosperar, una ciudad tiene que atraer a personas inteligentes y permitir que colaboren unas con otras.” (El triunfo de las ciudades, 2011, p. 310). Es permitir que los ciudadanos se relacionen físicamente con otros, en calles, plazas y parques, para lo que tienen que ser compactas y provocar que interactúen en esos espacios públicos en donde se dan actividades puramente urbanas: restaurantes, cafés, bares y tiendas de esquina, hasta en los museos, bibliotecas, teatros, salas de música, centros culturales y aulas universitarias.

     Pero para que sean “centralidades” y no apenas sectores peatonales, es indispensable que en ellas se localicen los centros de educación y de salud, pequeños escenarios deportivos y lugares para espectáculos. Y así mismo oficinas de la Administración Municipal y de la Policía.  Desde luego mucho de esto ya existe en Cali pero incompleto o improvisado como también disperso y no aglutinado, y para peor de males, sin un sistema integrado de  transporte público, que una la ciudad, y que uniría las diferentes centralidades peatonales, lo que es fundamental para que no se vuelvan “pueblos” dentro de una ciudad que no lo es.

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