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Pensar en la ciudad. 21.12.2019

         Deben cumplir cinco conceptos básicos para que los edificios duren lo más posible y en las mejores condiciones para más usuarios (Huv Heywood, 101 reglas básicas para edificios y ciudades sostenibles, 2015).  Es lo ético profesionalmente de frente al cambio climático y la sobrepoblación y la rápida extensión de las ciudades a inicios del siglo XXI. Es muy importante pensar en la ciudad y no apenas en el edificio, así sea que no esté físicamente en ella pues sin duda la afectará de alguna manera.
     Reutilizar, reparar, refuncionalizar, renovar o reciclar todo lo que sea posible, utilizando materiales, componentes y elementos de construcción nuevos sólo cuando sea inevitable o para un mejor comportamiento del edificio. Y de contera se logra que estos, los que deberán durar lo máximo posible, no alteren radicalmente la imagen tradicional del lugar en el que serán emplazados, dificultando la identificación de la gente con su ciudad y por tanto su convivencia.
         Adecuarse al clima del sitio y las características del lugar considerando que en el trópico no hay estaciones a lo largo del año. Localizar el edificio de acuerdo con el paso del Sol. Usar cerramientos y cubiertas aislantes para que no dejen entrar el calor en los climas calientes o templados, o que no lo dejen salir en los fríos. Que se procure suficiente ventilación cruzada en los primeros aunque no en los segundos, y que en los dos casos sea controlable fácilmente.
     Utilizar fuentes de energía alternativas como son la eólica y la hidroeléctrica, pero a pequeña escala, y especialmente la solar, por lo que hay que pensar en nuevas cubiertas que ya no serán apenas para impedir la entrada de las lluvias y dar sombra. Lo que en las inclinadas será todo un reto si se considera que después de las fachadas es lo que primordialmente más se aprecia y en muchos casos lo que más se ve, especialmente de lejos.
       Usar al máximo la luz natural, la que en el trópico dura casi doce horas diarias a lo largo de todo el año. Disponer de interiores claros mediante suficientes vanos, protegidos o no, según el caso, de la radiación solar directa. Y utilizar la iluminación artificial apenas para aquellos espacios que la demanden y sólo a las horas en que sea indispensable mediante medidores de luz para activar interruptores generales, pero también utilizando sensores de movimiento.
       Almacenar las aguas de la lluvia y reutilizar las aguas servidas, disminuyendo así el despilfarro de agua potable y considerando la escasez creciente de fuentes de agua dulce, lo que se debe hacer diferenciando en su tratamiento y re-uso a las aguas lluvias, las grises y las contaminadas. Y al mismo tiempo crear agradables estanques, con peces y vegetación, que los mantendrán limpios y sin plagas, o solo espejos de agua que animan fachadas y reflejan cielos.
       Diseñar jardines/huertos, es decir volver al vergel tradicional, fuente de vegetales y frutas frescas y saludables, y de esparcimiento y goce visual, acústico y olfativo. Y disponer en balcones, terrazas y azoteas de materas fácilmente mantenibles con ese mismo fin, además de generar fachadas más amables para todos, considerando así su carácter público ya que son las que conforman las calles, plazas y parques que son el espacio urbano de toda ciudad.

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