Las amenazas debidas al cambio climático
que terminarán afectando a todos, aunque muchos ahora no quieran verlas o
prefieran no enterarse, han sido generadas por la sobrepoblación y el
consumismo, engendrado este por las multinacionales, como lo señaló Konrad
Lorenz hace varias décadas (Decadencia de lo humano, 1985), con sus productos
fabricados con energía producida con combustibles de origen fósil, igual que
con la tala de bosques y selvas, la ganadería extensiva, los vehículos con
motor de explosión, y la climatización e iluminación artificial de los
edificios en todas las latitudes (Sophia y Stefan Behling, Sol Power, 1996).
De ahí la urgencia de
instalar más energía solar y eólica, construir pequeñas hidroeléctricas cerca
de las ciudades, las que serían a la vez parques; y obligar a reutilizar las
aguas de la lluvia y todas las utilizadas en los nuevos edificios; y aprovechar
nuestras muchas horas diarias de luz natural todo el año, que no tenemos climas
extremos, y que casi la mitad de la radiación solar es vertical. Así controlar
el calor es fácil y se hizo durante siglos: orientar bien los edificios, dejar
cruzar el viento, proteger del sol las fachadas, especialmente las ventanas, y
tener cubiertas con buen aislamiento térmico (Victor Olgyay, Clima y
Arquitectura en Colombia, 1968).
Es preciso consolidar más
centralidades peatonales en las grandes ciudades y estimular el uso de
vehículos y bicicletas eléctricas y comunes, y hacer más parques, incluyendo
los cementerios actuales. Y educar mejor a los futuros padres para disminuir el
crecimiento poblacional, y procurar más urbanidad y conocimientos urbano
arquitectónicos a los muy nuevos habitantes de nuestras ciudades, buscando
consolidar una cultura urbana basada en su geografía e historia con el fin
último de obtener una mejor calidad de vida para todos, ya que difícilmente las
será si es solo para unos ya que en las ciudades a todos nos toca convivir con
los otros.
Y aparte de las medidas urgentes y
drásticas que pronto se verán obligados a tomar los gobiernos en todo el mundo,
cuando el nivel del mar suba e inunde algunas ciudades costeras, como
Cartagena, ya todos podemos hacer algo para al menos mejorar el presente con
más ética, estética y política (no politiquería), y no contribuir más a
dicho cambio, y apoyando a Greta Thunberg (en viaje en velero a la Cumbre del
Clima en Madrid del 3 al 12 de Diciembre) como sugiere Manuel Rodríguez Becerra
(Nuestro planeta, nuestro futuro, 2019) y lo continua haciendo en Cali un
pequeño grupo a las 12:30 pm en la Plaza de San Francisco todos los viernes.
Primero que todo hay que
procurar menos consumismo y denunciar la obsolescencia programada de los
productos de uso cotidiano, o estimulada mediante la moda (el buen gusto de los
idiotas) y la propaganda engañosa (casi toda), o la inducida de los nuevos carros
(que no lo son) y las viviendas para trepadores sociales y de “torres”; hacer
más huertos caseros y establecer la práctica del re-uso, reparación, renovación
y reciclaje de todo, y nada de generar desperdicios ni basuras recogidas en las
calles gratuitamente. Usar servilletas personalizadas de tela (como antes) y
lavarlas solo cuando sea necesario. Hacer mercado con bolsas propias y rechazar
los empaques desechables.
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