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Fobias y filias. 28.12.2019


     Al contrario de una ataxofobia lo que se da en Cali es el rechazo al orden. Como los que no respetan lo ya construido con sus nuevos edificios, pues inmunes a la cacofobia no sienten aversión a la fealdad, pero si leucofobia por lo que aborrecen el blanco. O los que criticaron los pasos pompeyanos en el CAM, el semáforo de la Calle Quinta con Carrera Sexta, y ahora los “taches” que buscan poner orden, y como padecen de atelofobia no tienen aversión a la imperfección y no se dan cuenta de que son los errores de diseño y ejecución y no el propósito lo que esta mal en dichas bienvenidas medidas. O los que se quejan de la inseguridad pero padecen de diquefobia y de ahí su aversión a la justicia.

     Igualmente se necesitan peatones con dromofobia y que esta aversión a cruzar las calles los haga hacerlo por las esquinas y sin correr; y también gefirofobia para que esta aversión a cruzar puentes lleve a que no se insista en esos puentes peatonales que los más necesitados no los pueden usar y que tanto afean la ciudad; pero que no sufran de kinesiofobia, y no tengan aversión a moverse por la ciudad que es como en realidad se pueden gozar. Y autodependientes que se contagien de motorfobia y esa aversión a los automóviles los lleve a pasarse a las bicicletas, los que aun puedan, o a caminar más, usar el bus y los taxis y disfrutar el transportarse en tren.

    Y están no pocos funcionarios municipales, de alcaldes para abajo, cuya gnosiofobia o si es del caso su epistemofobia o su ideofobia, los lleva a la aversión generalizada a los conocimientos básicos para dirigir una ciudad en tanto ciudad misma y ciudadanos, o que sufren de paralipofobia o hipengiofobia (que escojan cual) y eluden sus responsabilidades, porque de lo que no sufren es de mitofobia y no tienen aversión a las mentiras ni a los cambios, la llamada metatesiofobia, pero si polifobia por lo que la tienen a muchas cosas,  especialmente cainofobia o sea aversión a la novedad, o cuya agorafobia les impide recorrer la ciudad y en sus carros de vidrios oscuros se mueven en ella como por un túnel, los que adoran.

  Al mismo tiempo muchos de los que opinan en contra de las fobias, la fobofobia, no es que sean bobos pero si sufren de grafofobia y no escriben lo que creen por lo que mal pueden saber lo que piensan, y siendo víctimas de la alodoxafobia, no pueden dar opiniones y solo les queda el bla bla, lo que los puede llevar a la amnesifobia en su miedo a perder la memoria, y por supuesto a la anablefobia no pudiendo investigar, lo que los lleva a la anuptafobia cuando comienzan a quedarse solos y además han desarrollado una aritmofobia que les impide entender al “hombre que calculaba”, o su topofobia los lleva a detestar ciertos lugares lo que se ha vuelto un lugar común.

    Lo que queda ante tantas fobias en Cali es propiciar las filias, principiando por la biofilia para que los caleños amen la naturaleza que rodea la ciudad y la introduzcan mucho mas en ella,  al tiempo que desarrollen una agorafilia que les lleve a reclamar mas y mejores andenes para poder recorrer los espacios abiertos de la ciudad, como igualmente hidrofilia y defiendan sus tan mentados siete ríos. Y además mucha odofilia y viajen a otras ciudades para que valoren seriamente la suya, y ya como verdaderos urbanitas venzan la urbanofobia de esta ciudad, logrando que sea posible una “califilia” cierta y el rechazo decidido a su desorden cívico, urbano y arquitectónico.


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