En casi todas las calles de Cali hay que agregar a sus usuales muelas y
culatas sus muchas “pecas”; son esas manchas de colores, a veces con letreros, que
suelen aparecer en las fachadas y que aumentan por efecto de la luz mostrando
su deterioro y que por la noche asustan. “Grafitis” las llaman, o incluso
murales, pero cuya pertinencia y calidad no se discute, como si fuesen obras de
arte obligatorio, pese a estar en lugares públicos cuya neutralidad estética
hay que respetar, pues estos también son usados por los otros habitantes de la
ciudad, y no se debería pecar contra ellos llenándolos de verdaderos lunares
urbanos…y cívicos, de graves consecuencias sociales y económicas.
Abundan igual esos colores chillones de moda con los que
algunos quieren llamar la atención de los otros, especialmente los restaurantes
malos (los buenos se recuerdan por su atención, buen gusto y comida),
pintarrajeando “sus” fachadas, igual que modifican caprichosamente “sus”
andenes, como si sólo fueran suyos y no igualmente parte del espacio urbano
público, es decir de todos. Y los que se continúan viendo en San Antonio pese a
ya estar prohibidos, y a los que hay que sumar los enchapes pese a que
igualmente están prohibidos. Sin embargo, los interiores de sus casas o locales
no difieren mucho de los de sus vecinos; puro individualismo y apariencia; pura
“fachada”, cabría decir.
Desde luego hay que sumar a las muelas, culatas y toda
clase de “pecas”, los postes de toda clase, las marañas de cables entre ellos,
y las señales de tránsito mal puestas o contradictorias, “pecas” también todos
ellos, que llenan los estrechos andenes de la gran mayoría de las calles, junto
con los avisos comerciales desmesurados. Además están las fachadas sin
concluir, los edificios abandonados, o en franco deterioro, o con sus fachadas
llenas de aparatos de aire acondicionado y antenas de televisión, con sus
balcones, cuando los tienen, cerrados con vidrio, y si tienen terrazas, muchas
están mal cubiertas con cualquier cosa.
Ni que decir de las enormes y amenazantes vallas aéreas,
además casi todas con propaganda engañosa o casi, que invaden un cielo en el
que ya rara vez se pueden ver en la noche las estrellas, si es que todavía hay
quienes disfrutan con mirarlas junto con la luna y los amaneceres y los bellos
colores del atardecer. Supuestamente esta vallas se van a reglamentar mejor en
el espacio urbano público de Cali, pero lo indicado sería prohibirlas
definitivamente y por no pocas razones, y en lo que hay que insistir así sea
repitiéndolo tantas veces como sea necesario; justamente lo que hace la propaganda
para que la gente consuma más.
Todas estos “pecadas” y “pecaditos” contra la ciudad son
inconvenientes, contagiosos y malignos; son “pecas” invasoras de la neutralidad
que merece una obra de arte colectiva, en la que sólo se deben destacar sus
monumentos, sus plazas, plazuelas y parques, y sus diversos paisajes naturales
en los que está ubicada. Al punto que por evitarlos en Cali hay que mirar
siempre al suelo y por eso muchos no se percaten de las fachadas urbanas de las
calles; y desde luego en carro no se puede ver nada diferente a los motos,
carros, taxis buses y peatones que se disputan las vías infringiendo todas las
normas, señales y demarcaciones a mas que muchas son incumplibles.
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