Ir al contenido principal

“Muelas”. 10.02.2018


      Fachadas que salen, se retroceden, o cambian considerablemente de altura dejando a la vista feas culatas desde el primer piso; voladizos que invaden descaradamente el espacio urbano público; andenes que cambian de dirección en pocos metros; inconvenientes pequeñas esquinas ochavadas, vías con carriles que de pronto son más anchos invitando a estacionarse en donde no se debe, y que no tienen continuidad. Muelas todas producto de los cambios permanente de las normas urbano arquitectónicas, como a su incumplimiento cada vez mayor, al punto de que se estima que más de la mitad de las construcciones de la ciudad no cuentan con la licencia respectiva.
                                                                                                                                                                         Muelas que tornan inseguras las calles; que dificultan su correcto funcionamiento; que no hacen agradable su uso; y que son las responsable de lo muy feas que son tantas calles en Cali. Es como si no se entendiera que una calle no es apenas un espacio urbano lineal que permite la circulación de personas y vehículos, y da acceso a los edificios que se encuentran a ambos lados, sino que es, con las plazas, parques y monumentos, la ciudad misma, y lo que las identifica. Cada ciudad tiene las suyas y se recuerdan por ellas pero Cali ya no tiene ninguna de las varias que tuvo, pues las muelas fueron acabando poco a poco con todas, triturando de paso la ciudad.
                                                                                                                                                                      Hace más de veinte años se logró cambiar la norma que obligaba a retroceder los nuevos paramentos en el Centro y San Antonio, dizque para ampliar sus calles, pasando por alto su carácter patrimonial, y por lo contrario ahora se permite sacar las fachadas al paramento predominante en cada calle. Lo mismo habría que hacer en toda la ciudad, poniendo fin a las muelas, y, además, nunca se pudo ampliar toda una vía siguiendo ese procedimiento; y menos ahora cuando cada vez más ciudades en el mundo están restringiendo el tránsito vehicular en sus centros o limitándolo a vehículos eléctricos más pequeños, al tiempo que mejoran sus transportes colectivos, integrados y públicos.
                                                                                                                                                                        Por otro lado, en muchas fachadas se busca que no parezcan de aquí sino de allá; o sencillamente desconociendo la imagen tradicional de la ciudad, su paisaje y su clima, con una infortunada interpretación de la arquitectura moderna, que llevó, entre otras cosas, a la eliminación de las techumbres y los aleros, al tiempo que propiciaba los voladizos invasores, las grandes culatas, y las mayores alturas de los edificios ignorando sus vecindarios sin vías, estacionamientos y alcantarillados suficientes para las nuevas densidades, y generando muelas de todo tipo y por toda parte, cuyas implicaciones sociales y económicas, y por lo tanto culturales, ni siquiera se sospechan.
                                                                                                                                                                        El resultado es que la belleza y la animación de las calles de la ciudad, las que están definidas por sus fachadas urbanas, y que son bellas por la regularidad de sus paramentos, y animadas por sus usos complementarios, se ha degradado a tal punto que con frecuencia se llega al caos visual, la algarabía acústica y el desorden ciudadano de motos, carros, bicicletas, carretas, peatones, vendedores y comercio ilegal. Al punto de ser esta una ciudad llena de muelas que sirven no para triturar los alimentos sino las calles; es como si a los que la administran desde el sector público, como privado, aún no les hayan salido las muelas llamadas del juicio o cordales (de cordura).

Comentarios

Entradas populares de este blog

El (des) Gobierno Municipal. 21.05.2016

         El desordenado proceso del control del patrimonio construido en la ciudad, y en realidad de todo lo que se construye o destruye en Cali, lamentablemente suena a la vieja canción: songo le dio a borondongo, borondongo le dio a bernabé, bernabé le pego a muchilanga, le hechó a burundanga y le hincha los pies. Es el futuro cantado de San Antonio, el triste pasado del Centro de Cali, el escandaloso caso allí del Hotel Aristi, y el sainete del Colegio de La Sagrada Familia, frente al parque del barrio El Peñón.                                                                                                                                 ...

Soñar Políticas para la Polis. 07.12.2013

   El descontrolado incremento demográfico mundial lleva   cada vez más gente a vivir en las ciudades. Y su rapidez aquí, un buen negocio para empresarios, terratenientes y contratistas, significó más delincuencia y   accidentes de tránsito, la demolición del patrimonio cultural (memoria colectiva) y   la construcción de edificios espectáculo (que no espectaculares) e inseguros, y el despilfarro de energía y agua potable. Es el caso de los tres millones de Cali, que nadie quiere contar.                                                                                 ...

La nueva arquitectura. 27.08.2016

        Lo urgente de lo sostenible deberá lograr que la arquitectura de nuevo sea bella y eficiente como fue la edilicia de siempre en todas partes. Los nuevos profesionales, formados en las universidades deberán buscar que las técnicas apropiadas para una arquitectura sostenible los lleven a nuevas formas coherentes, en lugar de inventárselas caprichosamente como en la arquitectura espectáculo, o falsamente ecológicas como en mucha de la vendida como “verde”. Para principiar, lo construido debe durar mucho y ser fácilmente adaptable a nuevas distribuciones y usos, como también para su mantenimiento, remodelación a fondo, o el reciclaje final de sus materiales si es del caso. Y su construcción, uso y mantenimiento debe consumir el mínimo de agua y energía y generar el mínimo de contaminación, sobrantes, escombros y desperdicios. El ejemplo a seguir es desde luego la arquitectura tradicional, tan bien adaptada a su clima, paisaje y tradiciones, que hay qu...