Las calles son la
esencia de la ciudad, y el comportamiento de la gente en ellas el de la cultura
ciudadana. La calle, como la define el DEL,
es una vía una pública,
habitualmente asfaltada o empedrada, entre edificios o solares, mientras la vía misma sería un camino que se construye para transitar. Es muy claro, por
lo tanto, que ante todo es esencial diferenciar entre calles y vías y que no se
trata de un asunto solamente de tránsito de vehículos y personas, sino ante
todo un concepto urbano arquitectónico, para poder proceder a su correcto
diseño, lo que es básico para lograr una mejor ciudad y en consecuencia una
mejor convivencia y calidad de vida en ella.
Las calles de
Cali, aquellas existentes o futuras, de uno o dos sentidos de circulación por
una sola calzada, deberían tener menos carros circulando por ellas y más
ordenadamente, mas y muchos más andenes, amplios, llanos y
arborizados. Y se debe considerar que el uso del suelo de las edificaciones que
las conforman determina su carácter, animación y seguridad, y que su estética
la define el paramento construido de este espacio público. Cuando son más
amplias y significativas pasan a ser avenidas, o alamedas cuando están
acompañadas por filas de grandes árboles, y el carácter lúdico de unas y otras
es primordial.
Mientras que por
lo contrario las vías arterias, constituidas por dos calzadas de sentido
contrario de dos o más carriles con un separador al medio, afectan
negativamente el tejido urbano y la vida social en ellas al separar tanto los
dos paramentos que las acompañan; y peor aún con los carriles exclusivos para
los buses articulados del MIO. Por eso las nuevas vías que sean imprescindibles
deben ser paseos con un amplio andén arborizado al medio en lugar de un
separador, o bulevares cuando al medio también van vehículos bajo los árboles,
o autopistas urbanas separadas de las construcciones a lado y lado por calles
locales y franjas verdes.
Serian entonces
al menos varios tipos de calles: las calles propiamente dichas, las avenidas,
las alamedas, los paseos, los bulevares y las autopistas urbanas. Para su correcta
proyectación, que no simple diseño, hay que saber “qué” y “por qué” utilizando un lenguaje riguroso para diferenciar
calle de vía mejor que el DEL, además de sistematicidad, normas que regulen todo
el sistema vial, las que deben ser coherentes y, finalmente, se debe verificar
su funcionamiento y consecuencias para poder hacer las correcciones para un
verdadero plan vial. Son requisitos similares a los que plantea Agustín
González Ruiz (¿Por qué es científica la
ciencia? 2016, p. 21, 27 y 28).
Un plan vial que
considere los usos del suelo, la ocupación en primer piso y las alturas y
aislamientos de las construcciones que conforman las calles y los de las que
están al lado de las vías. Lo que por supuesto requiere de un equipo
transdisciplinar para poder contar con un verdadero Plan de ordenamiento
territorial para la ciudad a partir de sus diferentes tipos de calles, mas
nunca entendidas sólo como espacios para la circulación, y menos aún de sólo
vehículos, sino como la esencia misma de la ciudad: es decir la vida ciudadana
que acontece caminando por ellas al permitir el encuentro con los demás y el
disfrute de su imagen.
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