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Nuevas calles para Cali. 16.02.2019


            Las calles son la esencia de la ciudad, y el comportamiento de la gente en ellas el de la cultura ciudadana. La calle, como la define el DEL, es una vía una pública, habitualmente asfaltada o empedrada, entre edificios o solares, mientras la vía misma sería un camino que se construye para transitar. Es muy claro, por lo tanto, que ante todo es esencial diferenciar entre calles y vías y que no se trata de un asunto solamente de tránsito de vehículos y personas, sino ante todo un concepto urbano arquitectónico, para poder proceder a su correcto diseño, lo que es básico para lograr una mejor ciudad y en consecuencia una mejor convivencia y calidad de vida en ella.

              Las calles de Cali, aquellas existentes o futuras, de uno o dos sentidos de circulación por una sola calzada, deberían tener menos carros circulando por ellas y más ordenadamente, mas   y muchos más andenes, amplios, llanos y arborizados. Y se debe considerar que el uso del suelo de las edificaciones que las conforman determina su carácter, animación y seguridad, y que su estética la define el paramento construido de este espacio público. Cuando son más amplias y significativas pasan a ser avenidas, o alamedas cuando están acompañadas por filas de grandes árboles, y el carácter lúdico de unas y otras es primordial.

         Mientras que por lo contrario las vías arterias, constituidas por dos calzadas de sentido contrario de dos o más carriles con un separador al medio, afectan negativamente el tejido urbano y la vida social en ellas al separar tanto los dos paramentos que las acompañan; y peor aún con los carriles exclusivos para los buses articulados del MIO. Por eso las nuevas vías que sean imprescindibles deben ser paseos con un amplio andén arborizado al medio en lugar de un separador, o bulevares cuando al medio también van vehículos bajo los árboles, o autopistas urbanas separadas de las construcciones a lado y lado por calles locales y franjas verdes.

            Serian entonces al menos varios tipos de calles: las calles propiamente dichas, las avenidas, las alamedas, los paseos, los bulevares y las autopistas urbanas. Para su correcta proyectación, que no simple diseño, hay que saber “qué” y “por qué”  utilizando un lenguaje riguroso para diferenciar calle de vía mejor que el DEL, además de sistematicidad, normas que regulen todo el sistema vial, las que deben ser coherentes y, finalmente, se debe verificar su funcionamiento y consecuencias para poder hacer las correcciones para un verdadero plan vial. Son requisitos similares a los que plantea Agustín González Ruiz (¿Por qué es científica la ciencia? 2016, p. 21, 27 y 28).

            Un plan vial que considere los usos del suelo, la ocupación en primer piso y las alturas y aislamientos de las construcciones que conforman las calles y los de las que están al lado de las vías. Lo que por supuesto requiere de un equipo transdisciplinar para poder contar con un verdadero Plan de ordenamiento territorial para la ciudad a partir de sus diferentes tipos de calles, mas nunca entendidas sólo como espacios para la circulación, y menos aún de sólo vehículos, sino como la esencia misma de la ciudad: es decir la vida ciudadana que acontece caminando por ellas al permitir el encuentro con los demás y el disfrute de su imagen.

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