No sabemos cuántos somos, ni donde habitamos, ni de
dónde venimos, ni quiénes somos, ni qué nos ha pasado. Al parecer lo que sucede cada día (corrupción, violencia,
delincuencia, inseguridad, miseria, mugre, feúra) no da tiempo de pensar que
sin saber lo afirmado al inicio no podremos saber por
quién vamos a votar, y entonces no votamos, la mayoría, o lo hace
equivocadamente, la minoría, que de nuevo elige mal al hacerlo por candidatos y
no por conocimientos y propuestas respecto a la ciudad y los ciudadanos.
¿Cuántos somos? no importa si dos
millones y medio o casi tres, lo más probable, sino que somos muchos para una
ciudad tradicional, y que por eso hay que dividirla en ciudades dentro de la
ciudad con centralidades peatonales, unidas por un nuevo eje urbano y regional
a lo largo de la vía férrea existente, que incluya los proyectos que se han
hecho al respecto y no que se autoexcluyan. Así lo de Distrito Especial puede
ser una oportunidad pero antes hay que saber hasta dónde abarca la ciudad: su
área metropolitana.
¿Dónde
habitamos? pues en pleno trópico andino, lo que implica un clima y unos
paisajes excepcionales, por lo que deberíamos buscar referencias no al norte o
al sur sino al este y el oeste aunque no en China pero si en Sri Lanka; y al
medio y no más arriba o más abajo, no en Bogotá ni en Barranquilla pero tampoco
en Medellín, mejor en Manizales o en Pereira, ciudades intermedias con la mejor
calidad de vida en el país; y en Caracas por supuesto mas no tanto en Panamá ni
en Quito aunque si en Manaos.
¿De
dónde venimos? pues del sur de Europa, Andalucía; del norte de África,
Marruecos; y del norte de Suramérica, de las aisladas poblaciones indígenas que
antes habitaban la Nueva Granada. Es decir, de varias partes del Imperio de
Felipe II, el primero global, en donde no se ponía el Sol, y cuyos
descendientes somos más 550 millones que nos entendemos en Español, como
decimos acá, o Castellano, como prefieren allá (El Rey Imprudente, 2014) y que si sumamos al Brasil ya seriamos más
de 750 “portañoles”.
¿Quiénes
somos? pues afro descendientes, como todos los seres humanos de este planeta, y
mestizos de todos los colores, como en toda Iberoamérica, más lo que importa es
que nuestra nueva cultura urbana debe ser respetuosa de las que la conforman
pero incluyente solo de lo común y normal a todas ellas para la mejor
convivencia en una ciudad tan reciente pese a ser fundada hace casi cinco
siglos, ya que data de apenas poco más de medio siglo, cuando se buscó cambiar
todo para los VI Juegos Panamericanos de 1971.
¿Qué
nos ha pasado? pues que geográficamente ignoramos en dónde habitamos y cuántos
somos, e históricamente desconocemos de dónde venimos y quiénes somos. Y así,
cómo pretender saber cómo seremos, y no tener que esperar a que lo decidan los
desastres que ocasionará el cambio climático y la destrucción de la naturaleza
debidos a lo sobrepoblación y el consumismo capitalista, de los cuales los
politiqueros poco hablan con conocimiento aunque si con puro y ramplón
populismo.
¿Por
quién votar? cómo saberlo si sabemos que los candidatos no saben cuántos somos
ni dónde habitamos ni de dónde venimos ni quiénes somos ni qué nos ha pasado de
verdad. En consecuencia hay que votar en blanco y esperar a que se tengan que
presentar a unas nuevas elecciones unos nuevos candidatos que al menos sepan
que no saben (como sabe uno de ellos) pudiendo entonces responder a las
encuestas y, lo más importante, a la ciudad, con más conocimiento de la polis y
menos politiquería.
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