Sin duda
la belleza y la animación de las ciudades que lo son estriba en sus calles y no
sólo en sus monumentos, parques y plazas, y estas últimas sólo son posibles en
las ciudades ya que, como las calles, están definidas por las fachadas que dan
a ellas pues de lo contrario serian apenas explanadas. Y la belleza de esas fachadas urbanas, como
se nombran las dos que conforman una calle o cualquier espacio urbano público,
son bellas por la regularidad de sus paramentos. Como lo define el DLE se trata
de cada una de las dos caras de una pared,
en este caso la externa, pero también es el
adorno con que se cubre algo, y en este caso lo son
principalmente los vanos.
Versalles, por ejemplo, es
el monumento solo, mientras que Brasilia esa equivocación del urbanismo
moderno, sólo cuenta con edificios aislados y algunos monumentales, y muy
bellos por cierto, mas no calles. Apenas vías para carros, por lo que no se da allá la animada vida de las calles
de los centros históricos de tantas ciudades europeas o americanas; o que en
algunas, como podría ser Bilbao, sus calles sean más importantes que sus
monumentos, al punto de que le tuvieron que implantar el Museo Guggenheim
cuando dejó de ser una ciudad puramente industrial. El hecho es que sin calles
ni monumentos no hay ciudad, como sucede en cualquier suburbio en cualquier
parte.
La
fachada urbana está compuesta, pues, por las fachadas alineadas de varios
edificios de similar altura y no uno solo, ya que se trataría de uno monumental
que amerita una plaza, plazoleta o jardín en su enfrente. De ahí que sean tan
importantes las líneas de división entre ellos y que si alguno es mucho más
ancho que el promedio deba ser dividido
para mantener el ritmo. Igualmente lo es que el primer piso sea de mayor
altura y que la composición de llenos y vacíos sea similar. Es la euritmia, el ritmo armonioso y la buena disposición y
correspondencia de las diversas partes con el todo y entre sí, y su escala es
la sucesión ordenada de los distintos tamaños de sus componentes, elementos y
unidades.
Algo similar, más nunca
igual, sucede cuando la calle corre a lo largo de un río o está frente a un
lago o el mar; pese a que el asunto de su fachada urbana es el mismo, allí no
se da esa vida de calle mencionada arriba, ni siquiera en la Avenida Atlántida
en Rio de janeiro, pese a su famosa y bella playa de Copacabana, sus bellas
cariocas y sus pequeñísimas tangas, donde la belleza de su paramento se salva porque
este es una muy amplia curva que permite mirarlo. El caso es que la calle para
ser animada y bella precisa de dos fachadas urbanas, una frente a la otra, y no
muy separadas, pues ya se trataría de un bulevar, cuyas calles laterales sólo
cuentan con una fachada y la otra son los árboles.
Árboles, que ubicados regularmente
en los andenes conforman un paramento que modifica el que está atrás, ya sea
realzándolo u ocultando. Por eso la solución para regularizar los caóticos
paramentos de las calles en Cali, sea, además de una estricta reglamentación
que obligue a respetar las fachadas predominantes en cada calle, arborizar
regularmente sus andenes, lo que además les daría frescura, y regularizar los
carriles para los carros, lo que agilizaría la circulación y permitiría
suprimir uno de ellos en muchas calles y avenidas para ampliar los andenes.
Ocultando así lo feo de la mayoría de los paramentos de Cali se podría, ahí sí,
afirmar que la ciudad es bella.
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