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Gobernador/alcalde. 06.07.2019


          Lo correcto hubiera sido que los gobernadores sí fueran de elección popular pero que ellos nombraran a los alcaldes, como se hacía antes, para que administraran las ciudades localizadas en sus respectivos departamentos. No como ahora cuando la política, la que poco es tal, se reduce cada vez más a las polis, que tampoco lo son del todo, y la que sólo tendría sentido, y sería una verdadera política, cuando se constituyan verdaderas áreas metropolitanas.  Pero el punto es que en cualquiera de los dos casos habría que comenzar por replantear los límites físicos de los departamentos y de sus respectivos municipios, actualmente todo un despropósito.

         Por ejemplo, el Departamento del Valle del Cauca, cuya mitad occidental, la del Pasífico,  debería ser sencillamente otro departamento, mientras que la oriental no corresponde con el valle del rio Cauca, parte del cual está en los departamentos de Risaralda, al norte, y Cauca al sur, y cuyos límites deberían estar en la partición de aguas de las dos cordilleras que lo conforman. Por supuesto una nueva división política administrativa ya ha sido planteada en Colombia hace muchos años pero ahora igualmente sería necesario complementarla pensando en las aéreas metropolitanas que se deberían conformar en varios de los departamentos actuales.

        Gobernadores que estarían designados por los diputados de las asamblea de sus respectivos departamentos, elegidos estos sí por voto popular, y alcaldes designados por los concejales igualmente elegidos por voto popular. La equivocación actual es que el “pueblo” elige un “rey” que no puede mandar en un “reino” que no es el suyo, como es el caso de Cali cuando cerca de la mitad de la ciudad real está en otros municipios e incluso en otro departamento, y que cada cuatro años muerto el “rey” que viva el “rey” y de nuevo a improvisar; a hacer algo de pronto sin estudio ni preparación, o por lo contrario no hacer nada cuando los estudios si lo demandan.

      Lo que no se ha entendido es que este país pasó en menos de un siglo de ser todo él mayoritariamente rural, a serlo de ciudades en su mitad occidental, y que en esta parte varias de ellas ya son grandes ciudades que involucran áreas metropolitanas de hecho. Es decir, que su política va por un lado y su realidad por otro, como ha sucedido históricamente desde la Colonia, generando su corrupción creciente hoy exacerbada por la inútil e impuesta penalización de las drogas en lugar de enfrentarlas como un asunto de salud pública como en Portugal y Uruguay para hablar solo de los culturalmente más cercanos. Realidad socioeconómica que lamentablemente oculta su realidad urbana cultural.

     Volviendo al valle del río Cauca, debería ser claro que se debería dividir en varias áreas metropolitanas, reviviendo el viejo sistema de mediados del siglo XX de ciudades unidas por el ferrocarril, localizadas ahora a cada lado del rio Cauca, pero que este sea protegido por amplios cinturones verdes a los dos lados, y no como ahora cuando en el caso de Cali no solo se dejó invadir el jarillón sino que se ha permitido la urbanización hasta el, y sin importar que sean áreas por debajo del nivel del río y que constituían sus naturales humedales. ¿Cuándo se entenderá que este maravilloso valle, por su localización, tamaño, clima y paisajes, es un reino de este mundo?


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