Mucho se habla, y con toda la razón, de la inseguridad,
la deficiente movilidad en la ciudad y de las iniquidades
socio económicas pero casi nada de la belleza de su entorno natural
(cerros, cordillera y amplio valle a sus pies) y menos la fealdad de la
ciudad misma: no es sino mirarla para verlo. Y menos aún se habla de que
el principal problema es el caleño pues el hecho es que los hay
muy pocos: la mayoría habita en ella pero pocos moran en la
ciudad entendiéndola como un todo en el que ante todo hay que respetar a
los otros y sus diferencias todas. Como ya lo dijo Aristóteles
“las ciudades surgieron para satisfacer las necesidades vitales del
hombre, pero su finalidad es permitirle vivir bien...”. Calidad de vida
se suele decir ahora.
También se habla, y de nuevo con toda la razón, de su
mala administración pública y de la corrupción pero muy poco de la falta
de preparación adecuada de sus funcionarios. Por ejemplo de su
Secretario de Planeación, la que por lo demás, como insiste Nicolás Ramos,
es como si no existiera pues se le han suprimido los medios para
el control de los que se hace en la ciudad pese a que como se ha dicho
en esta columna debería ser junto con la de Gobierno y la de
Cultura (incluyendo educación, recreación, deporte, espectáculos y
actividades artísticas) son las principales, ya que para los demás
problemas existen las secretarías respectivas e incluso sobran.
Se necesita un Secretario de Planeación no
apenas con formación en arquitectura, urbanismo y paisajismo, sino
con experiencia en estos temas y con conocimiento histórico de la ciudad
y de esta ciudad, y con visitas de estudio a otras en el
mundo comenzando por las similares en su geografía e historia. Y ni se
diga su Alcalde, los que aquí apenas ven sus problemas económicos y sociales
desconectados del todo del artefacto urbano, arquitectónico y paisajístico
en el que suceden. Es como separar la enfermedad del cuerpo que la padece;
es justamente lo que hacen los caleños y de ahí que su falta de cultura urbana
sea el principal problema de la ciudad y de ellos.
Todo lo anterior habría que enseñárselo en Cali a sus
muy recientes habitantes ya que una verdadera cultura urbana solo
se obtiene después de varias generaciones. ¿Pero cómo educar entonces
a los que deberían educar a los demás si primero hay que educarlos
a ellos? Traer “expertos” de otras partes, ajenos a la realidad
local, es lo peor, y no queda más que empezar por su geografía e historia
ya que muchos no se dan cuenta de que Cali está en el trópico, es
decir en un clima sin estaciones entre caliente y templado a lo largo
de todo el año, lo que paradójicamente se comprueba todos los días, y
de ahí pasar a la historia de las ciudades en el mundo. Es un problema
de “la percepción de la ciudad”.
La ciudad es una consecuencia de la
agricultura al concentrar viviendas cerca a los cultivos, generando
espacios urbanos que es preciso proyectar. Tanto en lo que se refiere al
exterior de los edificios, como su espacio urbano propio considerando su
carácter público. Arquitectura y urbanismo son la cara de las ciudades, y
por lo tanto arquitectura y el espacio urbano, tanto público como
privado, son inseparables y para la gente, por eso hay que conformar
espacios urbanos y no apenas hacer edificios aislados, procurando
verdaderos vecindarios en los que se repita poéticamente la relación
entre espacios abiertos y cerrados de que hablaba Rogelio Salmona, que
han acompañado siempre a las ciudades.
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