Como se informó en días pasados, existe
la intención de reformar la enseñanza de la medicina en el país (El Espectador,
11/04/2017), y ya otras profesiones lo han hecho antes, poco a poco, como es el
caso de la ingeniería. Pero lo que es muy preocupante –para las ciudades y sus
habitantes- es que nada se piensa al respecto de la arquitectura, tal vez la
única de las profesiones actuales que aún no se ha diversificado, pese a que va
desde la ciudad hasta el mueble, pasando por muy diferentes edificios además de
la vivienda.
De
las más de cien propuestas para el caso de la enseñanza de la medicina, al
menos diez serian claramente aplicables al caso de la arquitectura. Principiando por regular la proliferación de escuelas (en Cali pronto
habrá cuatro si es que el ICESI se decide), y que debe haber un Currículo
Mínimo Genérico Nacional, con varias opciones de salida, previa definición de
criterios mínimos de ingreso para estudiar y del perfil de egreso, y que para
obtener la licencia profesional se realice un examen de Estado.
Igualmente, se propone desarrollar una planeación de carrera a través
de modelos tales como la consejería por el mentor (mentoría). Que se conjuguen
los aprendizajes en el aula con la experiencia, en el cual se logren las
capacidades generales y específicas necesarias, y pedagógicamente basado en la
consecución de competencias que fomenten el razonamiento crítico, analítico,
reflexivo, ético, humanístico y humanitario. Estructurar los posgrados con base en un proceso de escalonamiento
gradual de profundización, y que en la formación de especialistas se haga en
énfasis en el desarrollo de competencias intelectuales y habilidades.
Que los profesionales sean
capaces de generar conocimiento y transferirlo, que tengan razonamiento crítico
para la toma de decisiones asertivas, y presten servicios basados en valores y
principios éticos, pensando siempre en el mejor interés de la comunidad, y trabajando
permanentemente en equipos eficientes, con pensamiento global y actuación
local. Que la formación conlleve a un ejercicio íntegro y profesional, con
capacidades resolutivas e interdisciplinarias en los diferentes niveles de
atención donde se requiera.
Y, finalmente, que los
estándares de acreditación se alineen a lo largo del continuum de pregrado,
posgrados (especializaciones, maestrías y doctorados) y educación continuada, y
que la convalidación de títulos y la homologación de cursos, créditos o
materias, se base en la equivalencia de créditos. A lo que en el caso de la
arquitectura habría que añadir la realización de proyectos (construidos o no),
la investigación en temas de urbanismo, arquitectura y construcción, y la publicación de artículos y libros al
respecto.
Además hay otros cambios deseables, siguiendo el ejemplo de
Itsthmus en Panamá e Itsthmus Norte en Chihuahua, en donde los diferentes
cursos están condensados en dos o tres semanas, permitiendo que los estudiantes
se concentren en ellos, y que en el caso de los talleres de proyectos estos
realmente sean la síntesis de todo lo enseñado, y que se pueden invitar
permanentemente profesores de otras partes (lo que permite a todos compartir y
seguir aprendiendo). Pero lo más importante es que se podrían vincular más
profesionales activos en el oficio, y a la vez permitir que los profesores de
tiempo completo se dediquen a sus investigaciones e incluso a una práctica
profesional institucional.
Comentarios
Publicar un comentario