Finalmente nos comenzamos a enterar de que la contaminación del
aire mata más gente en el mundo que el tabaquismo y el sida, y no pocas otras
enfermedades como la malaria. Contaminación debida, en los países
industrializados, al uso de combustibles de origen fósil y, en los más pobres
por la quema de leña y similares. Y aunque en Cali, gracias a sus refrescantes
brisas vespertinas, el problema sea menor que en otras ciudades colombianas, la
realidad es que irresponsablemente aquí no hay mayor preocupación por la
calidad del aire que se respira, y no suficiente sobre el agua potable, con la
que todavía se lavan suelos, carros y andenes.
Por eso hay que insistir en que se piense de una vez en que deben
circular menos carros y que más pronto que tarde estos sean eléctricos, y de
contera menos ruidosos, otra contaminación y, por lo contrario, mas bicicletas,
lo que sí está haciendo carrera en Cali y hay que apoyar decididamente. Y mover
los horarios una hora hacia atrás para aprovechar mejor la luz del día: casi
doce horas todos los días del año, lo que se envidiaría en muchas partes del
mundo, y sería tan fácil de hacer en un año: un cuarto de hora cada trimestre,
o de una, una hora y ya. ¿Qué será lo que impide hacerlo?
Al mismo tiempo, que es necesario que más caleños caminen mucho más
(lo que muchos ya lo hacen) y de ahí que en lugar de más vías lo que habría que
hacer es andenes, amplios, llanos y arborizados; y ciclo vías de verdad y
estacionamientos para bicicletas. Por otro lado, además de densificar el
centro, hay que ocupar las construcciones y lotes desocupados, generadores de más
contaminación, inseguridad y fealdad; e impedir que se siga extendiendo la
ciudad creando varias centralidades más densas y básicamente peatonales: el
Centro ampliado, otra al norte, dos al sur y otra al este.
Que los que insisten en irse a vivir en un apartamento en un
octavo piso “en medio de la naturaleza” después de Jamundí, tengan acceso a un
tren de cercanías pero que paguen peaje si igual insisten en pasar por Cali en
sus carros particulares para todo. Y por supuesto es necesario otro tren de
cercanías para los que inteligentemente prefieran vivir en Palmira, a donde se
llega más rápido desde el Centro que a las universidades, todas en el sur, y
todas aun con muchas horas presenciales y con semestres en lugar de trimestres,
en contra de la tendencia en el mundo.
Y desde luego hay pensar igualmente en el agua que estamos
bebiendo en Cali, en su abastecimiento en unos pocos años, y en lo que cuesta
descontaminarla para volverla suficientemente potable, como también después de
usarla y antes de verterla a los ríos para no generar más contaminación aguas
abajo, de donde se toma para otros acueductos. Como es el caso del del río
Cauca, el que se ubicó en el peor sitio seguramente pensando, contra toda
evidencia, que la ciudad no iba a crecer tanto hacia el sur.
De todo esto ya se ha hablado antes pero poco caso se ha hecho,
acostumbrados en este benigno trópico de clima casi templado, a que aquí no
pasa nada grave: como si no respiráramos aire, como si el aire acondicionado no
fuera nocivo para la salud, ni que no aplacáramos la sed con agua. La
incapacidad de ver a dónde puede conducir lo que hoy pasa, y buscar un Plan
urbano arquitectónico a largo plazo, con alternativas por si se necesitan, ha sido
la constante en esta ciudad desde que se constituyó su oficina de Planeación va
para un siglo.
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