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2019 y siguientes: Propósitos. 05.01.2019


            Para principiar, no se tendrá más seguridad mientras se siga en la nefasta situación intermedia entre un Estado que no puede garantizarla y los pocos particulares que se encargan de la suya mediante seguridad privada, escoltas pagados por los contribuyentes, carros blindados y demás parafernalia, mientras que el grueso de la población está a merced de delincuentes, que sí están armados, o que busca su seguridad armándose, cada vez más, pero ilegalmente. La seguridad junto con la justicia, íntimamente relacionadas, debería ser el principal deber de un Estado supuestamente democrático, por lo que debe pasar a ser el tema central del actual debate sobre el porte de armas.

            La ciudad en tanto artefacto, junto con lo todo que pasa en él, debería ser el primer deber de su gobierno, supuestamente municipal, que maneja los ciudadanos al tiempo que la ciudad, considerando en todos los casos que son las dos caras de una misma realidad: Cali: ciudad y ciudadanos. Pero mientras no exista un correcto diseño y construcción de los andenes, calles y vías, un generalizado uso organizado de los mismos, a partir de un sensato y técnico código de tránsito y el control efectivo de su cumplimiento por la Autoridad, los automóviles matarán cada vez más gente que las guerrillas aun activas, el narcotráfico, la delincuencia común y la violencia intrafamiliar.

            Es por eso que sin andenes decentes, es decir suficientes, amplios, llanos, sin obstáculos, no deslizantes, arborizados y que no estén ocupados ilegalmente, el mal comportamiento de los vehículos y peatones en las calles y vías es, precisamente, el causante de la mayoría de los accidentes de tránsito, los que en estas circunstancias difícilmente se podrá impedir que sigan aumentando. Por lo demás, el circular por la ciudad no podrá volver a ser también confortable y práctico, como lo es en tantas que lo son de verdad en muchas partes del mundo, ni se podrá auspiciar lo lúdico y el encuentro social con los otros, asuntos estos fundamentales para una mejor calidad de vida en ellas.

            Calidad de vida que comienza por eliminar el caos visual de las calles, el que precisamente se podría  minimizar mucho con andenes arborizados que lo tapen, lo mismo que impidiendo las demoliciones innecesarias y el ocultamiento del paisaje natural que rodea a la ciudad con edificios innecesariamente altos en el piedemonte de la cordillera y la invasiva publicidad exterior, mucha de ella además engañosa. Caos visual que muchos no ven por tener que estar mirando por donde pueden caminar y evitando los carros y motos, cuyos conductores a su vez solo pueden mirarlos y a los otros carros para no chocar con ellos ni atropellar a los que cruzan las calles “corriendito”.

            Para terminar, el ruido en la ciudad, de carros, motos, pitos, sirenas y parrandas ruidosas, que no alegres de verdad, ensordece a muchos caleños que por lo tanto poco escuchan todo lo que tiene que ver con todo lo anterior, ni dejan dormir en paz a los demás, llevando a todos a una vida sin calidad en la que no se disfruta del silencio ni del paisaje. Urge una cultura ciudadana en formación no en deformación y a varios niveles, desde la de la comunidad hasta la de los ciudadanos, y ya que el significado de calidad de vida es complejo, desde la sociología, la política, la salud, la economía, pero igual desde el urbanismo y la arquitectura. Propósitos, todos los anteriores, de ninguna manera utópicos.

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