Lo más perentorio es prever
como afrontar un eventual temblor fuerte o una inevitable inundación, si se
rompe el jarillón, lo que es cada día más predecible.
Igualmente hay que pensar en el suministro de agua y
energía, comprometidos no solo por el fenómeno de El Niño, sino por el rápido
crecimiento poblacional de la ciudad.
Y está el problema de la movilidad en ella, agravado por el
mal estado de las vías, su fatal falta de continuidad, y de adecuada
semaforización, señalización y demarcación.
No falta el problema de la
seguridad que, aunque es nacional, tiene peculiaridades locales, como las
pandillas y las drogas, y que igualmente está relacionado con la actual
conformación urbana arquitectónica de los diferentes sectores de la ciudad.
Estos carecen de más y mejores espacios urbanos públicos,
pues aunque las zonas verdes sobran, están mal utilizadas, y lo mismo sucede
con los cerros.
Y, finalmente, está el ruido del tránsito como también el
de ciertos establecimientos y por supuesto el de esos bulliciosos ciudadanos
que no dejan descansar en paz a los vecinos.
Las “soluciones”, hasta ahora
equivocadamente puntuales e improvisadas o incompletas, deben dar paso a unas
pocas respuestas globales, integradas y creativas que busquen ayudar a resolver
poco a poco, pero sin detenerse, varios problemas al mismo tiempo, y que
generarán nuevos proyectos. Pero todos dentro de un plan de ordenamiento urbano
arquitectónico a largo plazo, tanto de usos del suelo, alturas y aislamientos,
como vial y de transporte, por supuesto interdependientes.
Hay que crear un cinturón verde que no permita a la ciudad
extenderse más y se re densifique, y en el que se podrían localizar
temporalmente los damnificados de un desastre.
Hacer reservorios en los afluentes del Cauca, menos
vulnerables a un temblor y que serían al mismo tiempo zonas verdes, pequeños
acueductos y hasta generadores de energía.
Dotar de un pequeño parque de barrio a cada uno, utilizando
tanto lote que hay en la ciudad, y controlar el ruido decididamente con multas
escalonadas cada vez más altas.
En conclusión, hay que retomar
lo de las ciudades dentro de la ciudad considerando lo socio cultural, y
consolidar y organizar algunos de los sub centros espontáneos que se han dado
cerca de los centros comerciales existentes, ampliando sus estacionamientos, y
poniendo cerca el nuevo equipamiento urbano, como escuelas, colegios, centros
de salud, parques, puestos de policía y satélites del CAM, vinculados por
andenes muy arborizados.
Y relacionados, entre si y con
el Centro Histórico, por el corredor férreo a lo largo de la que podría ser la
alameda más larga del mundo, con edificios altos los lados, que miren la cordillera y no que la
oculten, y anchos
andenes arborizados, ciclo vías, el par vial de las calles 25-26, una autopista
urbana, y el tren de cercanías, alimentado transversalmente por el MIO, y
apoyándolo por otras vías norte sur. Y que lo reemplazaría en una emergencia pues
los buses son muy versátiles, pero si son de piso bajo y control en el mismo
bus.
Como
pensaba Erich Fromm (Fráncfort am
Main, 1900-1980 Muralto,
Suiza) destacado psicoanalista y filósofo humanista: “La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas”.
Pero por supuesto primero hay que tenerlas para poder intentar hacerlo sin caer
en la improvisación y la fealdad, como en Cali, con muchos planes pero sin
planeación, pues la ciudad va más rápido que sus gobernantes.
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