Es
fácil coincidir en que el problema de la movilidad en Cali es debido a que no
existe un plan vial, que no hay continuidad en las vías, ni un transporte público
colectivo eficiente, como a que no hay andenes suficientes y buenos. Lo que ya
no es tan claro es porque las autoridades no se percatan de esta tan sencilla
explicación, y aún menos del hecho de que la gente en esta ciudad no sabe
manejar ni caminar por sus calles.
No
entienden que las soluciones deben ser simultáneas e integradas en un Plan de
Ordenamiento Territorial, POT, de verdad, el que aquí nunca ha existido. Por
otro lado muchas de las obras necesarias, como hacer andenes, no son llamativas
para los contratistas de obras públicas
ni para los alcaldes, y a la mayoría de los habitantes de Cali es algo que aún
no los inquieta, lo que justamente es lo más inquietante pues se trata de la ciudad
en que pasan sus días.
Por
otra parte, en Cali la Policía no se ocupa también del tránsito como sí lo hace
en todas partes, al tiempo que los actuales guardas no dan abasto pese a que
solo se encargan del mismo y no de la seguridad de todos los ciudadanos. El
resultado fatal es una grave carencia de autoridad policiva y, en consecuencia,
de más inseguridad en las calles, la que
no es solamente el asesinato, el atraco y el robo, sino igualmente los
accidentes y el irrespeto debido a los otros.
Por supuesto el Plan de Ordenamiento Territorial debería ser un
asunto propio de los consejos y los alcaldes solo se deberían limitar a
ponerlos en práctica y proponer modificaciones. Pero para comenzar a cambiar
las cosas, forzosamente tendrá que ser iniciativa de un alcalde culto, viajado
e informado, que, como lo define el DLE, es la autoridad municipal que
preside un ayuntamiento y que ejecuta los acuerdos de esta corporación, sin
perjuicio de sus potestades propias, y es además delegado del Gobierno en el
orden administrativo.
Uno que entienda que algo tan sencillo, como lo es su ordenamiento
espacial, es básico para algo tan complejo como es una ciudad. Que comprenda
que El Cardus
y Decumanus, que se cruzaban
perpendicularmente para organizar los eficientes campamentos
de las legiones del Imperio romano (sobre los cuales se asentaron tantísimas
ciudades en Europa), también existían aquí cuando Cali era la pequeña villa que
fue hasta finales del siglo XIX.
Su trazado ortogonal lo era a partir de dos ejes: uno paralelo al
río Cauca, el camino a Popayán vía Santander de Quilichao, y otro perpendicular,
la “salida” a Buenaventura, paralelo al río Cali, los que se
prolongaron después, hacia Yumbo, Buga y Pereira al norte, uno, y hacia
Palmira al este, el otro, y cuando la ciudad se pasó al otro lado del río Cali,
su “T” inicial se convirtió en una “+”
ya completa. Pero a mediados del siglo XX, cuando ya era una ciudad de
trecientos mil habitantes, se trató de volverla semi concéntrica con el fatal
trazado de la (mal) llamada Autopista Sur Oriental.
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