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Villavicencio. 14.11.2015


      En muy poco tiempo Colombia se transformó en un país de ciudades más aun sin cultura urbana, generando por eso mismo violencia urbana e interfamiliar, delincuencia y comportamientos mafiosos. Ausencia de urbanidad, ruido ajeno y falta de respeto por el derecho de los otros. Destrucción de las tradiciones sociales, urbano arquitectónicas y culturales. Falsos progreso y modernidad: sólo crecimiento económico y modas ya pasadas de moda.

       Pero las ciudades también significan posibilidades para muchas más personas, como más y mejor información, y sobre todo más diversa y más amplia. Acceso no apenas a conocimientos escolares y universitarios, sino también a los espontáneos propios de las ciudades, como a muchas más libertades individuales, familiares, sociales y culturales, y en últimas a la posibilidad de una democracia real.

      Por eso la mejor calidad de vida está es en las ciudades intermedias como Villavicencio, que aún no tienen los problemas de las grandes como Bogotá o Cali, pero en las que aun la vida es más segura, funcional, económica y confortable. Y que permiten que las personas colaboren unas con otras, como dice el economista Edward Glaeser, pues se pueden relacionar fácilmente en calles, plazas, parques y edificios públicos. Pero suelen ser menos emocionantes, y de ahí el valor de estar cerca de una gran ciudad.

      Villavicencio, en pleno centro de Colombia y a 86 km de Bogotá por la Autopista al Llano, es la capital del Departamento del Meta y el centro comercial más importante de los Llanos Orientales. Fundada en 1840, cuenta aproximadamente con 488.366 habitantes, y ofrece grandes posibilidades para el desarrollo agroindustrial y minero, al punto de que se perfila como polo de desarrollo económico nacional.

      Localizada en el Piedemonte de la Cordillera Oriental, en la margen izquierda del río Guatiquía, presenta un clima cálido aunque húmedo, con temperaturas medias de 28° C y 30°C. Conforma un área metropolitana de hecho con Acacías, Cumaral y Restrepo, con los que debería unirse con un tren de cercanías que incluso debería llegar hasta Puerto López, a 83 km, desde donde el río Meta ya puede ser navegable hasta el Orinoco.

      Sin embargo el mayor reto de las ciudades intermedias es cómo seguir siendo pequeñas, y además el futuro de Villavicencio estriba en su vínculo con el resto del país, el que depende de la autopista al llano y de su aeropuerto, que pronto deberá ser el alterno al Dorado para los vuelos a Europa, los que debido a la altura de la sabana de Bogotá y su cercanía a la ciudad, actualmente están saliendo de Cali.

     Por eso es urgente que se entienda allá que las ciudades no se pueden orientar sin saber nada de ellas. Que precisan de concejales y alcaldes con conocimientos en lo urbano arquitectónico, como estudios, seminarios, lecturas. Con experiencias pertinentes a través de vivencias, viajes de estudio, eventos. Con experticia en lo urbano arquitectónico como cargos, encargos, relaciones.

   El artefacto urbano y los ciudadanos se influencian mutuamente; son espacios creados por el hombre donde se dan actividades puramente urbanas. De ahí que urbanismo y arquitectura sean las dos caras de la misma ciudad junto con la urbanidad de sus ciudadanos. Pero inquietan los terratenientes que rodean las ciudades en rápido crecimiento y los constructores de vivienda que llegan es a hacer negocios no ciudades; y que a su crecimiento natural se sumen más desplazados del campo.

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