En muy poco tiempo Colombia se transformó en un país de ciudades más
aun sin cultura urbana, generando por eso mismo violencia urbana e
interfamiliar, delincuencia y comportamientos mafiosos. Ausencia de urbanidad,
ruido ajeno y falta de respeto por el derecho de los otros. Destrucción de las
tradiciones sociales, urbano arquitectónicas y culturales. Falsos progreso y
modernidad: sólo crecimiento económico y modas ya pasadas de moda.
Pero las ciudades también significan posibilidades para muchas más
personas, como más y mejor información, y sobre todo más diversa y más amplia. Acceso
no apenas a conocimientos escolares y universitarios, sino también a los
espontáneos propios de las ciudades, como a muchas más libertades individuales,
familiares, sociales y culturales, y en últimas a la posibilidad de una
democracia real.
Por eso la mejor calidad de vida está es en las ciudades
intermedias como Villavicencio, que aún no tienen los problemas de las grandes
como Bogotá o Cali, pero en las que aun la vida es más segura, funcional,
económica y confortable. Y que permiten que las personas colaboren unas con
otras, como dice el economista Edward Glaeser, pues se pueden relacionar
fácilmente en calles, plazas, parques y edificios públicos. Pero suelen
ser menos emocionantes, y de ahí el valor de estar cerca de una gran ciudad.
Villavicencio, en pleno centro de Colombia y a 86 km de Bogotá por la Autopista al Llano,
es la capital del Departamento del
Meta y el centro comercial más importante de los Llanos Orientales. Fundada
en 1840, cuenta aproximadamente con 488.366 habitantes, y ofrece grandes posibilidades
para el desarrollo agroindustrial y minero, al punto de que se perfila como polo
de desarrollo económico nacional.
Localizada en el Piedemonte de la Cordillera Oriental, en la margen izquierda del
río Guatiquía,
presenta un clima cálido aunque húmedo, con temperaturas medias de 28° C y
30°C. Conforma un área metropolitana de hecho con Acacías, Cumaral y Restrepo, con los que
debería unirse con un tren de cercanías que incluso debería llegar hasta Puerto
López, a 83 km, desde donde el río Meta ya puede ser navegable hasta el
Orinoco.
Sin embargo el mayor reto de las ciudades intermedias es cómo
seguir siendo pequeñas, y además el futuro de Villavicencio estriba en su vínculo
con el resto del país, el que depende de la autopista al llano y de su aeropuerto,
que pronto deberá ser el alterno al Dorado para los vuelos a Europa, los que
debido a la altura de la sabana de Bogotá y su cercanía a la ciudad,
actualmente están saliendo de Cali.
Por eso es urgente que se entienda allá que las ciudades no se
pueden orientar sin saber nada de ellas. Que precisan de concejales y alcaldes
con conocimientos en lo urbano arquitectónico, como estudios, seminarios,
lecturas. Con experiencias pertinentes a través de vivencias, viajes de
estudio, eventos. Con experticia en lo urbano arquitectónico como cargos,
encargos, relaciones.
El artefacto urbano y los ciudadanos se influencian mutuamente;
son espacios creados por el hombre donde se dan actividades puramente urbanas.
De ahí que urbanismo y arquitectura sean las dos caras de la misma ciudad junto
con la urbanidad de sus ciudadanos. Pero inquietan los terratenientes que
rodean las ciudades en rápido crecimiento y los constructores de vivienda que
llegan es a hacer negocios no ciudades; y que a su crecimiento natural se sumen
más desplazados del campo.
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