La verdad no es un acto de fe; la física, por
ejemplo, no es totalmente exacta pues la presencia misma del observador altera
su medición, y siempre hay singularidades. Ni siquiera las matemáticas son
siempre exactas. De hecho, el conocimiento científico solo es aquel que sea
“falseable”, que se pueda intentar demostrar que está equivocado (Karl Popper: La lógica de la investigación científica,
1934).
Por lo contrario, las mentiras recurrentes que se dicen de Cali son
un acto de fe; de esperanza en el negocio correspondiente, pero sin caridad
alguna, pretendiendo, funcionarios y contratistas amigos o copartidarios, que todos
creamos en que van a cambiarle la cara a la ciudad para ponerla en los ojos del
mundo. Por ejemplo:
Que la movilización de gente y
mercancías se resuelve con más puentes, es una mentira comprobable, aunque
desde luego si se precisan algunos, cuya verdad técnica hay que demostrar con
un verdadero proyecto urbano arquitectónico, y no apenas cobrar por su supuesta
valorización, la que nunca es la de su entorno inmediato.
Que se necesitan puentes peatonales y
no semáforos sincronizados es una mentira fácilmente comprobable en ciudades de
verdad. Como Paris, Londres, Madrid, Lisboa, Berlín, Roma, Nueva York, el DF,
Río o Buenos Aires, o el centro histórico de Quito o Cartagena, o Villa de Leiva,
Mompox o Popayán, pequeñas ciudades aun de verdad.
Que no se necesita un Metro, como
increíblemente cree Peñalosa, y que con el MIO basta, es una gran mentira pues
la verdad es que en ninguna parte el transporte público depende sólo de buses
por mas articulados que sean. Se precisan desde andenes hasta trenes, pasando
por ciclo vías, y por supuesto vías para carros, taxis y buses.
Que es necesaria más área para
urbanizar es una mentira pues la verdad es que los constructores de vivienda necesitan
amplios terrenos sin problemas para urbanizar, en lugar del “inconveniente” de
construir en los lotes que aun abundan en el casco urbano de la ciudad;
especialmente cerca de su centro: El Hoyo, El piloto, San Nicolás, el Barrio
Obrero.
Que la ciudad apenas tiene dos
millones y medio de habitantes, ignorando que una tercera parte de ellos no se cuentan en lo censos, deficientes
por lo demás, pues viven en otros municipios, es una gran mentira. Y la verdad
que se oculta es la urgente necesidad de oficializar el área metropolitana que
configura la Cali actual.
Que en el año entrante se va decir de
donde se va a tomar el agua que cada vez demanda más Cali, es una mentira piadosa,
como si ya no se hubiera mentido con los famosos reservorios en el Cauca. La
verdad es que concluir los acueductos que la ciudad y sus vecinos necesitan
tomará mucho más tiempo...y muchísimo dinero.
Que el POT es de verdad un plan, que es de
ordenamiento y que es territorial, es la gran suma de las mentiras mencionadas
y desde luego de muchas otras. Al no tener en claro de que territorio se trata
no se puede pretender ordenarlo ni, en consecuencia, hacer un verdadero plan.
La mentira, hay que recordarlo, es decir
lo contrario a lo que se sabe, se cree o se piensa, que se dice con el fin de
servir a los amigos o agradar a alguien, en este caso a los caleños. Es como una bola de nieve, cuanto más
rueda, más grande se vuelve, y no tendría sentido si la verdad no fuera
percibida como peligrosa.
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