Hace cerca de 40 años la Cámara de Comercio de Cali, con el arquitecto José
Luis Giraldo, fue clave para la conservación del barrio, ya amenazado con la
demolición a pedazos de “casas viejas” generalizada a partir de los VI Juegos
Panamericanos. Calificar hoy el barrio de “pintoresco” (El Tiempo, 09/11/2014)
es una distracción pues no lo es, y tampoco es cierto que se esté consolidando
como un “corredor” gastronómico por los 54 restaurantes que supuestamente hay
en la zona, además de que no todos son tales.
La realidad es que San Antonio es sencillamente un barrio residencial en
el que sus vecinos están empeñados en que se lo respete como tal. Principiando
por recuperar su silencio y sus calles, ahora invadidas por los carros que van
a las oficinas y a los restaurantes que se han instalado recientemente allí
huyendo de las obras de Granada y porque en el Parque del Perro ya no caben más.
Mas el problema no son los restaurantes ni las oficinas en sí mismos, sino
la falta de estacionamientos y andenes anchos, los que en algunas partes
incluso están reducidos al sardinel, y que el Dagma y la Policía controle que
no se abuse con el volumen de la música que ponen, como lamentablemente también
lo hacen algunos vecinos, o instituciones, como La casa del Artista Colombiano,
que deberían contar con aislamiento acústico para sus eventos.
Pero proponer peatonalizar la Calle 4ª, como se dice en el artículo de El
tiempo ya mencionado, ignorando que en ese sector funciona como un par vial de
la 5ª y que es uno de los principales accesos vehiculares al barrio, es otra
muestra de la total falta de conocimiento de lo urbano arquitectónico de los
que pretenden orientar esta ciudad, y de sus historia. Otra cosa, por
supuesto, es restringir el tránsito vehiculara en el barrio e impedir que
se estacione en sus calles.
La imagen de San Antonio es como la de cualquier barrio de tradición colonial
del país, mas es el único que queda en Cali y está perdiendo sus cualidades
plásticas de la mano de los que insisten en pintar de colores fuertes las
casas, que como se ve en las fotografías viejas eran blancas, irrespetando la
norma vigente que indica que deben ser colores claros. Ignoran que las fachadas
son parte del espacio público y no tienen por qué “gritar” llegando a ser
estrafalarias y chocantes, que es lo que los ignorantes o insensibles confunden
con “pintoresco”.
Pero su peor amenaza son las obras sin terminar y completar en Granada,
como no, pues cuando se emprendan de nuevo se paralizará ese barrio cuya “cara”
ya es irreconocible, y los propietarios de restaurantes y bares de nuevo pensarán que su salvación es migrar a San
Antonio, aunque supuestamente el nuevo POT no permitirá más, como lo trataron
de hacer muchos antes, pues ya habrán olvidado que allí no prosperarán y que el
barrio ya cuenta con los que necesita.
Y lo único que falta es que el Municipio contrate una firma extranjera para
que nos diga qué hacer con San Antonio, como lo han hecho para San Pascual y el
Hoyo-Piloto, ignorando lo ya adelantado por Erucali en los años 80 como el Plan
del Centro Global hace unos años, realizado cuando el arquitecto Juan Carlos
Ponce de León fue director de Planeación, ante el silencio de la SCA, Seccional
del Valle, que dizque celebra en estos días el éxito de la arquitectura
vallecaucana.
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