Las
viviendas aparecieron mucho antes que las ciudades, pero después estas fueron mucho
más que un mero conjunto de casas. Aunque ya en Roma las había en altura, las insulae, que ocupaban toda una manzana,
y desde la Edad Media son comunes las casas de varios pisos, los edificios de
apartamentos de muchos pisos son una (mala) solución de origen norteamericano a
la sobrepoblación de las ciudades en el siglo XX, posible por el gran
desarrollo técnico de la construcción.
Pero
en Cali, además, los constructores de vivienda se limitan a repetir ad nauseam, el mismo apartamento de un
piso entre planos horizontales, suelo y cielo lo más cercanos que permitan las
normas, en el mismo edificio conformado por una planta baja, muchos pisos
“tipo” es decir idénticos, y si acaso un ático como lo llaman los españoles.
Prototipo repetido igual por todas partes de la ciudad: en las faldas de la
cordillera, en el plan, en sus diferentes barrios y hasta en los suburbios, bien
orientados o no.
Es
desconsolador que exista gente que prefiera que vivir en esos “emparedados” de
solo tajadas idénticas de pan ateniéndose a varios mitos al respecto.
Comenzando porque prefieren hablar de sandwich,
penthouse y family
room; porque no ven
que las vistas que les venden caras serán tapadas por otros edificios iguales;
porque dizque son más seguros pese a que son los preferidos de los atracadores;
y porque precisan menos personal de servicio, como si porteros y vigilantes 24
horas no lo fueran.
Y
por supuesto es preocupante que se críen más niños “viviendo” en el aire, lejos
de patios, jardines, calles y parques, viendo la vida por televisión y
comunicándose con los demás por sus smartphones. Y que de esas cuatro paredes bajan por ascensor al
carro para ir al colegio a las afueras de la ciudad, los fines de semana al
club y si acaso a algún centro comercial, un
mall, perdón, y en las vacaciones a Miami pues Cartagena está muy caro.
Pero desde
luego es posible hacer edificios de vivienda diferentes, como por ejemplo las
Torres del Parque en Bogotá, de Rogelio Salmona, cuyos últimos pisos están
retranqueados dejando amplias terrazas, casi patios; o como el proyecto en Cali
para el Sector del Hoyo-Piloto, de 1981, para Erucali, de apartamentos de uno
hasta cuatro dormitorios, de uno o hasta
tres pisos, esquineros o medianeros, afuera o adentro de las manzanas.
Todos con la
misma estructura, y los mismos materiales y componentes para los diferentes elementos
como cerramientos, cubiertas, divisiones, puertas, ventanas y armarios
empotrados (closets), y de espacios
similares para baños, cocinas y lavanderías. Lo que les confería suficiente
uniformidad a los edificios, como sucede con los siete apartamentos de uno o
dos cuartos del edificio San San Sanfernado (como cantaba Lucho Bermúdez hace
medio siglo en el Club que se robaron), todos parecidos pero diferentes; como
la gente.
Ahora hablan a cada rato de
ciudades inteligentes, edificios inteligentes (y verdes), teléfonos
inteligentes, maletas inteligentes y hasta de papel inteligente; pero donde
está las personas inteligentes que prefieren vivir en una vivienda con patio
con vergel y perro, así sea en un quinto piso como en
el Edificio García, 1939, en Barranquilla, del arquitecto cubano Manuel Carrerá,
el que debería ser objeto de estudio en las universidades.
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