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Antifrágil. 04.10.2014


   Marco Tulio Cicerón (106 a.C.- 43 a.C.) proclamaba (supuestamente) que: "El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado." Igual en Cali, salvo que aquí se ayuda es a otros municipios con cierto equipamiento urbano.

   La actualización de su POT, que ordena la Ley, y que en estos días se lleva a cabo (es un decir) en realidad es su reemplazo; por lo tanto ilegal o al menos una equivocación pues un POT debería permanecer por muchos años: sólo con algunos ajustes y adiciones. Pero parece que se han convertido en la “mermelada” de los alcaldes, y justamente por eso los deberían realizar los (buenos) concejos y los alcaldes de turno limitarse a ejecutarlos.

   Buenos alcaldes, desde luego, que a partir de los POT se ocupen del urbanismo de sus ciudades y la urbanidad de sus ciudadanos. Es decir, en tanto artefactos estas y del comportamiento en su espacio urbano público los otros. Para los demás problemas cuentan con sus secretarías respectivas, amén de asesores, las que deben ser manejadas por gerentes eficientes y no por políticos clientelistas de profesiones ajenas al tema respectivo, como ha pasado en Planeación.

Por ejemplo, que en la alcaldía de Cali sus asesores no confundan niveles y caudales, como lo ha señalado Juan Manuel Garcés, y solucionen el que cerca de la mitad del agua potable de la ciudad se pierda en el proceso de distribución o incluso se la roben algunas industrias, lavaderos, bombas de gasolina, hoteles, moteles y restaurantes, entre otros, y así Emcali pierda una fortuna (El País, 21/09/2014). Y en las narices de todos lo que ya es una  vergüenza.

Fortuna que por supuesto la pierden son los caleños, pero no sólo los que pagan el servicio de acueducto, el impuesto predial y el de renta, sino también todos los demás, a los que igualmente perjudica un POT frágil, porque, como decía Gaspar Théodore Mollien en 1823  hablando de los bogotanos “con tal de que no les hagan pagar impuestos y les dejen criticar a su gusto, se creen libres.” (Citado por P. Navas: Le Tour du Monde, 2013, t.1, p.8)

  Pero como dice Nassim Nicholas Taleb: “Hay cosas que se benefician de las crisis; prosperan y crecen al verse expuestas a la volatilidad, al azar, al desorden y a los estresores, y les encanta la aventura, el riesgo y la incertidumbre. Pero, a pesar de la omnipresencia de este fenómeno, no existe una palabra que designe exactamente lo contrario de lo frágil” (Antifrágil, 2012, p.25). Hay que procurar  un POT “antifrágil”, y para eso hay que votar por concejo ídem; Cicerón estaría de acuerdo. 
                                                 
Y Taleb también; al fin y al cabo nos recuerda que Lucrecio (99 a.C.-55 a.C.) escribió que el tonto cree que la montaña más alta del mundo es la más alta que ha visto él (p.72), que es lo que les sucede a tantos caleños que votan por promesas a todas luces imposibles en lugar de hacerlo por propuestas posibles que no pretendan “extraer sistemáticamente a los seres humanos de su ecología –física, social e incluso epistemológica- cargada de aleatoriedad” (p.146).

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