La inseguridad en
las ciudades es lo que actualmente más preocupa a los colombianos y
especialmente a los caleños y con toda la razón. Sin embargo, su mayor
causante, directa o indirectamente, es el narcotráfico, y su incidencia en ella
solo finalizará cuando se despenalice el consumo de drogas; cuando deje de ser
un problema de delincuencia además de uno de salud. Pero lamentablemente este
crucial asunto no nos preocupa. Vivimos pendientes de los hechos más no de sus
causas ni de sus consecuencias a largo plazo. Apenas nos interesan las noticias
amarillistas de los medios de comunicación. Además el asunto no se
solucionará con tener más y mejor
policía, sino también cambiando el comportamiento de la gente en las calles, a
la que hay que enseñarle a no facilitar actos delictivos.
Pero primero hay que comenzar por el correcto
diseño del espacio urbano público de las ciudades. Principalmente el de sus
calles, que están compuestas por andenes delimitados por sardineles, y calzadas
conformadas por carriles, como también su adecuada señalización y semaforización.
Su alarmante deficiencia en Cali es la causante de muchos accidentes de tránsito,
y no apenas la imprudencia de peatones y conductores, de la que tanto se habla
en los medios mientras nunca se menciona, como si fuera poco, que la mayoría de
aquellos ni siquiera saben manejar correctamente un vehículo. Ni tampoco se
señala que la Policía permanentemente no da buen ejemplo, como es su deber,
sino lo contrario. Es decir que hay que educar primero a los educadores como a
los que diseñan la ciudad si pretendemos que sea más segura.
Las calles cortas y poco anchas,
paramentadas a lo largo por fachadas rectas, planas y claras, y con andenes amplios,
llanos y sin recovecos ni obstáculos, son más seguras pues facilitan su control
por parte de la policía y los mismos peatones. Y lo mismo sucede con las que
son adecuadamente iluminadas en la noche, que definitivamente son más protegidas,
pero que no lo son automáticamente cuando simplemente tienen más luz. El diseño
urbano es mucho más complejo que poner puentes peatonales, pasos pompeyanos y
rampas que no se pueden usar, y llenar los andenes de bolardos mal diseñados y sobre saturar con texturas y colorinches sus
suelos, como lamentablemente se entiende en Cali, en donde en días pasados
pintaron de amarrillo y negro muchos sardineles sin ser parte de una
señalización técnica, y sin gusto alguno.
De otro lado, los sectores más animados
y delimitados de las ciudades suelen ser los más seguros pues se pueden
controlar mejor por los encargados de su seguridad como por los mismos usuarios,
tal como sucede en los grandes centros comerciales. De ahí que la correcta
localización de las estaciones y puestos de la Policía en los diferentes
barrios de la ciudad sea definitiva. Pero por supuesto hay que recuperar antes
el concepto de barrio y lograr hasta donde sea posible y conveniente su parcial
delimitación física, la que ya no podrá ser con murallas, cuyas puertas se
cierran por la noche, como en las ciudades medioevales. Ni mucho menos
conformando guetos, como se intenta periódicamente en las ciudades colombianas,
lo que por lo demás es ilegal, ni tampoco encerrando a la gente en alienantes
conjuntos cerrados.
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