Debe comenzar por
el aire que respiramos, que definitivamente no es bueno cuando sopla de Yumbo
hacia el Sur, como se sabe desde hace años pero de lo que poco se ha informado
a la población de Cali. Pero no basta con obligar a que se pongan filtros y
demás controles en las fábricas sino que hay que repensar la localización de
las mismas respecto a las áreas urbanizadas de la región. Y desde luego no se
puede aplazar más el paso al corte mecanizado de la caña de azúcar para evitar
su quema previa cuando se hace a mano. Y desde luego está la contaminación
producida por los vehículos, incluyendo las motos y el Mio, que debería ser
movido con gas o alcohol y no con Acpm. Contaminación que aumenta con los
trancones, de donde la fluidez del tráfico rodado en la ciudad pasa a ser un
problema ambiental también. Como lo es el que la población de la región se
distribuya mejor en las ciudades vecinas
Igualmente hay que controlar el agua
que bebemos, que en unos años se agotará si no se toman medidas al respecto
ahora. Pero no se trata apenas de buscar nuevas fuentes, incluyendo el agua de
las lluvias, sino de economizar la que consumimos, y reciclarla. Y lo más
sencillo es hacerlo en las viviendas mismas. Almacenar en ellas el agua
recogida en sus cubiertas, azoteas y terrazas, y juntarla a las aguas jabonosas
de duchas y lavamanos para lavar los inodoros y regar jardines. Es bastante
fácil almacenarla en un tanque debajo
del suelo o mejor en un estanque, y subirla después con una bomba a un tanque
alto, pero por supuesto, hay que tratar de hacerlo en un tanque por encima del nivel de los inodoros,
y es cuando se complican las cosas ya que hay que encontrarle un espacio
adecuado y accesible.
Pero
también está el cuidado de los parques y zonas verdes, el principal de ellos el
longitudinal del Río Cali, concebido para los 450 años de Cali pero nunca
materializado del todo. Su importancia
ambiental para toda la ciudad es enorme, por lo que debe ser un propósito recuperar
su belleza de río de alta pendiente, eliminada bárbaramente, y poco a poco, con
su burda canalización actual, pues la que se hizo a principios del siglo XX,
con muros inclinados y de piedra, es otra cosa. Y lo mismo hay que decir de los
otros ríos que cruzan la ciudad, y en últimas del Río Cauca, en el que
navegaron vapores hasta cerca de
mediados de ese siglo. El asunto no es si tenemos los recursos, sino cuáles son los costos
futuros de no hacerlo.
Y desde luego están las áreas aledañas
a las reservas naturales cercanas, peligrosamente urbanizadas, legal e
ilegalmente, lo que elimina su capacidad de recoger agua de los nacimientos de
las cuencas altas, y contamina los ríos y
por lo tanto los acueductos, además de acabar con la biodiversidad,
ocasionar derrumbes y dañar el paisaje. Finalmente, la importancia ambiental
para Cali de la cordillera misma sobre
la que esta recostada la ciudad es definitiva. Su cuidado es urgente pues está
siendo progresivamente deforestada, invadida y erosionada por canteras que hay que
cerrar de inmediato, y buscar otros materiales para la construcción, como
también reciclar los escombros, evitando además que pasen a crear problemas
ambientales y estéticos a lo largo de vertederos ilegales en caminos y
carreteras.
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