Una campaña de partido a la Administración de una
ciudad debe ser alrededor de un programa integral que incluya propuestas jerarquizadas
para la promoción del trabajo, educación, salud, vivienda, cultura y
recreación, y concretamente ideas urbano arquitectónicas para la ciudad en
tanto que artefacto. Y a lo que debe estar dirigida es a mejorar la calidad de vida
de la mayoría de los ciudadanos. Pero al mismo tiempo debe considerar las
necesidades específicas de las minorías, como niños, adolescentes, jóvenes,
adultos y ancianos, hombres o mujeres; igualmente los enfermos, incapacitados o
heridos; los pobres y los muy pobres y hasta de los ricos y no tan ricos pero
que son los que más pagan impuestos. Además de ciertos problemas específicos de
toda índole de la ciudad en cuestión.
Pero
no bastan sus propuestas completas y realistas pues también se debe ocupar de presentar
sus correspondientes candidatos a la Alcaldía y Concejo, como los que los
acompañarán desde el Congreso Nacional. Candidatos que no necesariamente tienen
que ser de la ciudad que pretenden
orientar, pero si y sobre todo que la conozcan bien. Y debe ser explícita
en quienes los financian, representan y rodean, y en su formación, experiencia y experticia. Sobre
todo en lo que tiene que ver con la ciudad en tanto artefacto y obra de arte
colectivo. Y en el caso del candidato a la Alcaldía, que por lo menos los tenga
suficientes para que pueda escoger un Director idóneo para la Secretaría de
Planeación, cuyo nombre por lo demás debería ser parte de la campaña misma pues
deber ser la que oriente el desarrollo de la ciudad.
Candidatos
que por su cultura vean más allá de los manidos temas “sociales” y “económicos”,
para los que además siempre se tienen los necesarios consejeros. Que comprendan
que es tan necesaria para la calidad de vida ciudadana una biblioteca como un
puesto de salud, o la policía como una orquesta sinfónica, o un hipódromo como
un estadio. Que entiendan que es más importante la ciudad que la vivienda. O un
parque como una vía, y que sepan diferenciar los verdaderos parques de las
zonas verdes y estas de los humedales, por ejemplo, y que entiendan que en las
calles el andén es tan importante como la calzada o incluso más, pues es lo que
hace que este espacio público por excelencia lo sea para la gente y no apenas
para los carros. En fin, que su ignorancia no los lleve a pensar que el
sardinel es apenas un detalle.
Una
buena campaña debe lograr que los electores no vendan su voto por un saco de
cemento sino que lo den por una verdadera ciudad, y para eso hay que educarlos
primero. Pero no es apenas una educación convencional en los medios de
comunicación, sino lograrlo a través de la campaña misma, dando buen ejemplo, y
no lo contrario como lamentablemente pasa pues suelen ser depredadoras del
espacio público con sus pasacalles, pintadas, ruido, aglomeraciones y demás. Y
así como la empresa privada logra con diseño y estricto control el buen
comportamiento de los usuarios de los centros comerciales, el Estado puede
comenzar por hacer lo mismo, preferiblemente en el centro histórico de cada
ciudad. Que es por donde debe comenzar una buena campaña pues es la parte de
las ciudades en donde confluimos todos pese a todo.
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