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¿Quién responde? 16.03.2013

Hasta ahora nadie ha respondido por la innecesaria demolición de muchos edificios públicos emblemáticos que tenía Cali, como el Palacio de San Francisco y el Batallón Pichincha, o el Hotel Alférez Real, con el prurito de “cambiarle la cara a la ciudad” para los juegos Panamericanos de 1971. Ni por la lenta desaparición de los ocho kilómetros de alameda de grandes samanes con una calle al medio y dos laterales, que iba del Parque de los Estudiantes por Calle Quinta hasta la sede actual de la Universidad del Valle. Nadie responde por la larga barrera urbana en la que la convirtió el torpe paso de MIO; Ni por la desaparición de dicho parque para convertirlo en un mal diseñado intercambiador vial mientras el Corredor Férreo sigue en total abandono y nadie responde.
                                                                                                                                                                      Nadie ha respondido por la eliminación de casi setecientos metros de barandas y pérgolas originales de la Avenida Colombia, ni antes nadie respondió por la desaparición de sus bancas.
Nadie ha respondido tampoco por esos varios puentes recientes diseñados para dos carriles pero que solo se están usando para uno. Ni por esos muchos puentes peatonales que los más necesitados no los pueden usar. Nadie responde por la carencia de buenos andenes en casi todas las calles de la ciudad, mientras la gente camina por las calzadas y cruza las calles por la mitad y corriendo, ni por los pasos pompeyanos mal ubicados ni por la profusión de inútiles bolardos. Ni por la interrupción del tránsito cada vez que hay un espectáculo en el Pascual Guerrero ni por las molestias que  ocasiona a los barrios vecinos. Ni por la Plazoleta de la Caleñidad que nunca fue plazoleta ni ya ni es de la caleñidad.
                                                                                                                                                                      Y nadie va a responder por los problemas de movilidad que ocasionará el que se siga extendiendo la ciudad en lugar de re densificarla, como con seguridad pasara por los grandes proyectos de vivienda que piensan hacer en el “trancón” del Sur. Ni por los problemas futuros con el agua potable y la basuras, ni por el basuro que ahí esta y ahí se quedará sin que nadie responda. Y, finalmente, nadie responde por lo insegura que se ha vuelto esta ciudad, una de las más violentas del mundo, ni por esos retenes inútiles de la Policía para pedir documentos, ni por la pésima señalización y demarcación de sus calles. Ni por los policías acostados (los reductores de velocidad son otra cosa) o esas rampas obligatorias para discapacitados pero que no pueden usar, las que se han vuelto es un negocio.

            Desde luego los que tendrían que responder son los alcaldes y concejales que han manejado la ciudad en las últimas décadas. Son tan ciegos muchos que no ven que la corrupción a la que han vendido sus conciencias también terminará con ellos. ¿O será que como el Procurador juran que irán al cielo? Pero su pecado mortal, además de que ni siquiera tampoco saben latín  (son incultos), es que intervienen en las cosas del gobierno y los negocios del Estado, no como indica el altruismo de un verdadero político, sino su codicia, que las más de las veces los lleva a dar palo de (políticos) ciegos. Pero sobre todo deberían responder los que votaron por ellos a cambio de promesas que entre otras cosas mejor que se queden de promesas: esos ciudadanos apáticos, indolentes e individualistas pero felices que son los caleños de ahora.

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