Hasta
ahora nadie ha respondido por la innecesaria demolición de muchos edificios
públicos emblemáticos que tenía Cali, como el Palacio de San Francisco y el
Batallón Pichincha, o el Hotel Alférez Real, con el prurito de “cambiarle la
cara a la ciudad” para los juegos Panamericanos de 1971. Ni por la lenta
desaparición de los ocho kilómetros de alameda de grandes samanes con una calle
al medio y dos laterales, que iba del Parque de los Estudiantes por Calle
Quinta hasta la sede actual de la Universidad del Valle. Nadie responde por la
larga barrera urbana en la que la convirtió el torpe paso de MIO; Ni por la
desaparición de dicho parque para convertirlo en un mal diseñado intercambiador
vial mientras el Corredor Férreo sigue en total abandono y nadie responde.
Nadie
ha respondido por la eliminación de casi setecientos metros de barandas y
pérgolas originales de la Avenida Colombia, ni antes nadie respondió por la
desaparición de sus bancas.
Nadie
ha respondido tampoco por esos varios puentes recientes diseñados para dos
carriles pero que solo se están usando para uno. Ni por esos muchos puentes
peatonales que los más necesitados no los pueden usar. Nadie responde por la
carencia de buenos andenes en casi todas las calles de la ciudad, mientras la
gente camina por las calzadas y cruza las calles por la mitad y corriendo, ni
por los pasos pompeyanos mal ubicados ni por la profusión de inútiles bolardos.
Ni por la interrupción del tránsito cada vez que hay un espectáculo en el
Pascual Guerrero ni por las molestias que
ocasiona a los barrios vecinos. Ni por la Plazoleta de la Caleñidad que
nunca fue plazoleta ni ya ni es de la caleñidad.
Y
nadie va a responder por los problemas de movilidad que ocasionará el que se
siga extendiendo la ciudad en lugar de re densificarla, como con seguridad
pasara por los grandes proyectos de vivienda que piensan hacer en el “trancón”
del Sur. Ni por los problemas futuros con el agua potable y la basuras, ni por
el basuro que ahí esta y ahí se quedará sin que nadie responda. Y, finalmente,
nadie responde por lo insegura que se ha vuelto esta ciudad, una de las más
violentas del mundo, ni por esos retenes inútiles de la Policía para pedir documentos,
ni por la pésima señalización y demarcación de sus calles. Ni por los policías
acostados (los reductores de velocidad son otra cosa) o esas rampas
obligatorias para discapacitados pero que no pueden usar, las que se han vuelto
es un negocio.
Comentarios
Publicar un comentario