Por fin los sistemas de prevención contra incendios y de evacuación de edificios serán obligatorios en Colombia,
que al parecer era el único país de América Latina que
estaba rezagado en contar con una política pública al respecto. (K, Chamié,
El Tiempo, 14/10/ 2012). Igualmente el oficio de bombero será acreditado como una carrera profesional,
y se les ofrecerán más garantías a los dedicados a él. Pero por supuesto la
nueva Ley debería ser consultada antes con todos los involucrados en el tema,
como lo están los gremios de arquitectos, ingenieros y constructores, y con las
principales escuelas de arquitectura e ingeniería del país, para evitar tanto
excesos como omisiones, e incluso esas contradicciones tan comunes en este
país. Ni tanto que queme al santo y ni tan poco que no lo alumbre. Por lo
pronto, la Dirección Nacional de Bomberos está elaborando folletos que
entregará masivamente con el fin de que los ciudadanos se vayan educando sobre
el tema y poniéndolo en práctica. Y ojala sirvan para que también opinen
oportunamente al respecto.
La nueva Ley de Bomberos ordena instalar
en los edificios de más de cuatro pisos detectores de humo (deberían ser cinco,
que es hasta donde se permiten viviendas sin ascensor), una red hidráulica para
gabinetes de incendio con extintores y hachas además
de la manguera, en cada piso, e instalar detectores de humo en todos los
espacios. Tener pasillos amplios, zonas de
ventilación, y por supuesto escaleras de evacuación y señalización luminosa para indicar las rutas de evacuación.
Las remodelaciones tendrán los mismos requerimientos. Para las casas y edificios
de menos de cuatro pisos también se deberán instalar detectores de humo, y
contar con extintores en cada piso. Los centros comerciales, fábricas, bodegas,
teatros o cinemas superiores a 400 metros cuadrados, tendrán que tener salidas
de emergencia, áreas de ventilación natural o artificial, puertas batientes,
sistemas hidráulicos, detectores de humo, escaleras y gabinetes de incendio. Y
deberían incluirse igualmente zonas
exteriores libres e inmediatas, como facilidad de acceso de carros de bomberos y ambulancias,
de lo cual nada se habla, como tampoco del uso de materiales más resistentes al
fuego.
Será
obligatorio presentar en los proyectos para su aprobación en las Curadurías
Urbanas, los sistemas de prevención de incendios, que deberán contar con la previa
revisión técnica de los bomberos y su visto bueno. Si las construcciones son bienes
de interés cultural, tendrán que hacerse estudios técnicos a la hora de
implementar las adecuaciones para no dañar o deteriorar su arquitectura. Por
eso los redactores de las normas deberían consultar con Los Consejos de
Patrimonio Cultural y los restauradores, para no repetir el error de las normas
de sismo resistencia hechas únicamente por ingenieros, las que conducen a
exabruptos como el de la casa de la hacienda de Cañasgordas con la excesiva
estructura metálica que le pusieron, como para un edificio alto, que altera
negativamente sus evocadores recintos, los que ahora llenarán de gabinetes de
incendio y letreros de evacuación. Lo que no dañaron en sus tres siglos de
existencia temblores ni incendios lo logró en un par de años una mentalidad
fundamentalista presa de lo formal, lo aparente y el papeleo.
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