Tener más carros pequeños es
mejor; tener más carros a gas también es mejor,
tener más carros eléctricos, aun mejor, y tener muchos más carros
pequeños y eléctricos seria muchísimo mejor. Y no apenas para las ciudades pues
serían más silenciosos, producen menos CO2 que un vehículo
convencional y lo hacen indirectamente, ocuparían menos espacio en las calles, y ahorran petróleo, un
recurso fósil limitado necesario para otros usos. Pero también serían muchísimo mejor
para sus usuarios, que tendrían un transporte privado más económico y eficaz.
Uno
de los primeros automóviles que se desarrollaron a principios del siglo XIX fue
un vehículo eléctrico, y después en los Países Bajos se diseñó y construyó uno a escala
reducida pues la mejora de la pila
eléctrica allanó su
camino. Francia y Gran Bretaña fueron las primeras que apoyaron el desarrollo
generalizado de vehículos eléctricos, y los producidos en Estados Unidos a principios del siglo XX tuvieron relativo éxito comercial (http://es.wikipedia.org/wiki/Vehículo_eléctrico).
Pero
las mejoras fueron más rápidas en los vehículos de combustión interna que en
los eléctricos. La introducción del arranque eléctrico en 1913 que simplificó el iniciar el motor de combustión interna, que
era difícil y hasta peligroso, y el montaje en cadena de forma masiva y relativamente barata
implantado por Ford desde 1908,
significaron el abandono del vehículo
eléctrico, y a finales de 1930 la industria dedicada a ellos quedó relegada a ciertos usos, como los
montacargas, introducidos en 1923.
Y
por supuesto los actuales carros eléctricos tienen por ahora menor autonomía
que uno convencional, pero las pilas cada vez duran más. Y su costo inicial es
alto, pero podría solucionarse si los fabricantes lo decidieran pues ya se ha
comprobado con los vehículos híbridos que estos tienden a bajar de precio y
ganar mercado rápidamente. Perturbarían mucho menos las ciudades, y en Colombia
contaminarían muchísimo menos la atmósfera pues aquí la mayor parte de la
energía eléctrica es hidráulica, al
contrario de muchos otros países en los que se produce mediante materias primas
como el carbón, grandes generadoras de CO2.
En
Bogotá se experimenta ya con
taxis eléctricos para evaluar el desempeño de esos vehículos en la ciudad y ver
si es posible masificarlos (una acertada idea, como la de las basuras, que
ojala si sea bien manejada) y también comenzaron a funcionar dos
“electrolineras”. Con Medellín y Cali son las primeras ciudades en Latinoamérica en tener
carros 100 % eléctricos, los que adquirieron empresas que proveen servicios de
energía como Codensa, Empresas Públicas de Medellín y la Empresa de Energía del
Pacífico, Epsa (Vanguardia.com,
Bucaramanga 24/01/2014).
Ojala
entendamos en Cali que los carros pequeños y eléctricos significan mejor calidad
de vida; y desde luego es increíble que los buses del MIO no sean eléctricos. Y
como en esta frívola ciudad el (gran) tamaño del automóvil es aún un símbolo de
estatus social, junto con el ruido que genera, la manera de generalizar los carros
eléctricos es lograr que su (menor) tamaño, junto con su silencio, sea un nuevo
símbolo. Y, claro y sobre todo, hay que generalizar las motos y bicicletas eléctricas,
amén de andenes…para tener menos carros pequeños eléctricos y más ciudad.
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