Sumemos de nuevo: un andén de
3.20 m, más una ciclovía de 1.60m (de dos sentidos), otro andén de 1.60 m
(arborizado para disuadir a los carros de subirse), más una calzada de 6.40 m,
para dos carriles, suma 12.80 m, para la Calle 25, y otro tanto para la 26, da
25.60 m, constituyendo un par vial por donde iría el MIO. Una autovía urbana
(con peaje) de dos calzadas de 9.60 m cada una para tres carriles en cada
sentido, más un arcén de 1.60 y dos separadores de 3.20 por calzada, da 35.20
m. Dos vías férreas de 3.20 m para el tren de cercanías, y un separador central
de 6.40 (arborizado y para contar con suficiente espacio para estaciones
amplias al medio) da 12.80 m.
En
total son 73.60 m, O sea que quedarían 26.40 m para un largo y muy bello parque
lineal, o, mejor, parques alargados, entre Yumbo y Jamundí, unidos por una gran
alameda, los que podrían estar a ambos lados de las vías férreas, o, más
anchos, a un lado y alternándose aprovechando la amplia curva que presenta el
corredor férreo, y debidamente separados de los carros y los trenes por sendos
setos vivos. Se accedería a ellos desde los puentes que cruzan el corredor,
ampliando sus andenes, y los varios más que habría que construir, e incluso
algunos pasos podrían estar por debajo de las vías, dependiendo de la
topografía. Así se solucionaría la barrera urbana que se formó cuando la ciudad
creció hace años al otro lado del ferrocarril.
Como
el corredor férreo es propiedad del Estado no habría que comprar terrenos, y el
que sea prácticamente recto y a nivel facilita el trazado de las diferentes
vías mencionadas, cuya construcción se podrían acometer una después de otra, en
orden prioritario, pero eso sí de acuerdo a un Plan Maestro que permita ir
haciendo al tiempo la arborización de los parques, y que evite las
interferencias entre los distintos proyectos. Y al ser el corredor tan amplio,
100 m, hay que recordarlo, facilitaría que las obras no signifiquen mayores
problemas para los vecinos y en general para la ciudad.
En
las manzanas adyacentes a lado y lado, hoy por tramos medio desocupadas, se
podría hacer vivienda en altura y localizar equipamientos urbanos, como centros
comerciales, escuelas, colegios, centros deportivos y gubernamentales y demás,
e incluso edificios de oficinas; e igualmente en las que están en segunda fila
incluso en la tercera. La Universidad del Valle quedaría muy cerca y lo mismo
el Centro de Eventos ahora en Yumbo. Y por supuesto hacer en las viejas
instalaciones de la Licorera del Valle un gran centro regional de espectáculos,
con sus respectivos hoteles, unido al centro de la ciudad por el par vial del
río Cali.
Lo
anterior se ha reiterado en la columna ¿Ciudad? de El País desde hace más de
diez años y recientemente en Caliescribe.com. La pregunta es, pues, por qué se
insiste torpemente en que el corredor férreo sea utilizado apenas para un único
sistema de transporte masivo o, peor, sólo para un “corredor verde”, si, como se acaba de demostrar, cabe todo eso y más.
Lo que de lejos es muchísimo más provechoso para Cali, que dejar que siga
siendo invadido o se adelanten proyectos puntuales que no obedecen a un Plan
Urbano General para su área metropolitana; sería su columna vertebral; su
corredor al cielo: al fin y al cabo Cali fue la “sucursal del cielo” a mediados
del siglo XX.
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