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Lamentable. 27.07.2013


   Es el caso de Villa Felisa, desmantelada en las narices de todos, incluyendo el Departamento Administrativo de Planeación Municipal. Como en la “La estrategia del caracol”, la popular película de Sergio Cabrera, la argucia sirvió para que se desmantelara poco a poco otra casa en Cali sin que nadie se diera por enterado, y al final las autoridades tuvieran que encontrarse no solo sin casa sino con un vacío jurídico; apenas otra fachada sin alma. Si es que no pretenden tumbarla del todo para hacer un estacionamiento, o ya lo es detrás e ilegal.
                                                                                                                                                                      En este país que aplaude la trampa  (como en esa vergonzosa papa caliente que aquí pretenden tapar, de “Riopaila Castilla – Brigard & Urrutia”  denunciada en Semana , Edición 1624, del 15/06/2013), esa estratagema ha servido igualmente para que muchas construcciones ilegales se concluyan poco a poco en nuestras ciudades sin que sus autoridades se den por enteradas, y al final tener hechos creados que ya pocos funcionarios se atreverán a hacer demoler, pese a que así lo ordene claramente la ley, pasándoselos al siguiente (des)gobierno.

   Como es el caso hace ocho años de un tercer piso en una casa de San Antonio, en la calle cuarta entre carreras sexta y novena, y que ocupa la totalidad del lote, ambas cosas absolutamente prohibidas en la reglamentación actual. Allí está y allí se quedará en un barrio supuestamente protegido por su valor patrimonial. Y cuando se caiga con un temblor, pues no se cumplió con las normas obligatorias de sismo resistencia, les caerá a los vecinos que, idiotas ellos, cómodamente prefirieron no apoyar la denuncia hecha oportuna pero inútilmente.

    Según el POT actual de Cali (Capitulo VI , Articulo 163,  Parágrafos 1 y 2), los propietarios de bienes inmuebles identificados como patrimonio de la ciudad serán responsables de garantizar sus buenas condiciones de seguridad, salubridad, ornato y de realizar las obras de mantenimiento. A quienes los demuelan o realicen intervenciones sobre los mismos sin la licencia respectiva, o incumplan con su adecuada conservación se les impondrá las sanciones establecidas sin perjuicio de la obligación de reconstrucción que ordena la Ley. Punto.

    Sin embargo, ha sido inútil pues nunca se ha obligado la demolición de nada en la ciudad y las multas dan risa, con lo que los interesados en la conservación del patrimonio urbano y arquitectónico de la ciudad, no pasamos de ser unos idiotas útiles. No es que padezcamos de idiocia (un trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en las primeras edades de la vida), ni que seamos simplemente tontos, o cortos de entendimiento, o que carecemos de toda instrucción, pero nos tratan como si así fuera.

    Pero como no hay juego largo sin desquite, lo que se puede decir sin mayor riesgo pues la memoria no es de los “vivos”. Ya va en camino la propuesta de que en caso de demolición no se pueda construir un volumen mayor a lo demolido pues la reconstrucción total no es deseable, pues no pasa de ser un pastiche. Como lo es también dejar apenas la fachada ocultando un interior nuevo, como evidente y torpemente pretenden en Villa Felisa: no vieron el buen negocio que hubiera sido remodelarla, ampliándola verticalmente apenas en su parte posterior.

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