Este paso inferior en la Avenida Colombia, que
no túnel, sin duda es conveniente para el tránsito que va directo a Versalles o
continua por la Carrera Primera, como fue lo propuesto en el Plan del Centro
Global hace unos años. Pero aunque es el “túnel” urbano más largo del país, lo
que no significa nada importante (para no hablar de su ridículo nombre), aun es
el más lento y a su salida, en pendiente y con curvas y contracurvas, sí están
autorizados 60 kilómetros por hora, la velocidad permitida en las vías arterias
de la ciudad, aunque no es posible mantenerla, lo que dice mucho de la improvisación
de su demarcación y señalización.
Ya
pasaron de 40 a 50 dicho tope, que debería ser de 60, en lugar de primero
organizar los carriles, pues a la entrada y por unos 150 metros debería
mantenerse en 40 para facilitar el entrecruzamiento de los vehículos que
acceden desde la Calle Quinta y van para Versalles, pasando del cuarto carril
al segundo, mientras los que bajan por la Avenida Colombia a continuar por la
Carrera Primera lo deberían hacer del segundo al tercero. Las motos que van a
Versalles deberían ir por el segundo carril mientras que las que van a la
Carrera primera por el cuarto, por lo que deberían ser más anchos. Pensar que
todas deben ir juntas por el cuarto carril y que las que van a Versalles se
pasen al final al segundo atravesando el tercero es peligroso.
Todo
esto se hubiera simplificado si solo se hubieran pasado tres carriles por
debajo, como se propuso en el mencionado plan, dejando dos arriba, para un
total de cinco y no apenas cuatro como quedó. Fue una grave equivocación suprimir
totalmente el tránsito por la Avenida Colombia en ese trayecto, pues le daba
animación y seguridad, y acceso a los que habitan allí, como lo están
reclamando, ni siquiera dejaron una ciclovía, y es lo que disuadirá a los que
traten de poner algún tipo de comercio. Y permitía la entrada y salida al
Centro por ese costado, y que los que vengan desde el Oeste no tengan que
desviarse hasta la Carrera 10 para hacerlo.
Ya
van 61 millardos y el “túnel” está sin terminar. La señalización se está
poniendo poco a poco, y faltan las bombas de achique, que exigió EMCALI,
atenidos a que el río Cali se bote solo cada muchos años, pero sin considerar
que con el cambio climático aquí lloverá más, y que las cabeceras y cuencas del
Cali y el Aguacatal están cada vez más desforestadas. Y asusta que revivan la
estúpida idea de poner muros a lo largo de la Avenida Colombia para que no se
inunde pues anunciaron unas obras dizque para evitarlo. Al fin y al cabo ya
demolieron a espaldas de los caleños 700 metros de barandas y pérgolas
originales de la Avenida Colombia.
Pero
tal parece que nadie le da importancia a dicho patrimonio, ni a la agradable
sorpresa de encontrar al salir del túnel de repente la llamada Torre de Cali,
la que así adquirió finalmente una acertada presencia urbana, con la ventaja
adicional de que no está justo en el eje sino a un costado, restándole
imponencia, lo que es afortunado tratándose de un edificio muy alto y que está
muy cerca. Pero la bella perspectiva que se tenía desde la Calle Octava hacia
la Ermita se malogró con las chimeneas de ventilación, incluso para los
peatones. Perspectivas que son precisamente las que hacen de una ciudad una
experiencia memorable; no sus túneles.
Comentarios
Publicar un comentario