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La ola blanca. 30.11.2013


     La ola verde, cuya cresta no llegó a reventar en las elecciones presidenciales pasadas, por culpa de los que hacían”surf” en ella, entró en su respectivo valle pero aún no ha muerto en la playa. Se encrestó de nuevo con el voto en blanco en las recientes elecciones para la Gobernación del Departamento del Valle del Cauca, y seguramente crecerá para las próximas elecciones de senadores y representantes.
                                                                                                                                                                      El exagerado número, ineficiencia, corrupción, y desvergonzados sueldos, pensiones y demás prebendas de los “Honorables Congresistas”, finalmente rebosaron la copa de los ciudadanos colombianos. No en vano ya cerca del 80% de los habitantes del país moran en sus ciudades, y como se sabe desde la Edad Media, el aire de la ciudad libera. Y el Internet libera aún más, permitiendo que la ola verde de hace un par de años se pueda convertir en una ola blanca aún mayor. Si esa mayoría  de ciudadanos que tradicionalmente se abstiene, vota en blanco o anula su voto, serian factibles medidas similares a las que el propone el primer ministro de China para los países en desarrollo.
                                                                                                                                                                         El Ministro Wen Jibao (Joemir Beting, Rede Bandeirantes de Brasil, www.analitica.com) plantea la pena de muerte para crímenes atroces probados (¿mejor cadena perpetua?) y la reducción de la edad laboral y penal a los 16 años, pero al mismo tiempo propone invertir fuertemente en el cambio de la cultura del pueblo y en ciencia y tecnología, como también quintuplicar la inversión en educación, la reducción drástica de la carga tributaria, la reforma fiscal, la des burocratización, y la recuperación de la inversión pública.
                                                                                                                                                                      Pero lo más importante de lo que argumenta es la reducción drástica del salario y gastos de los políticos profesionales, y un severo castigo para los que sean corruptos  (¿mejor pena de muerte?). Dos medidas ineludibles para poder poner en marcha las otras. Por eso dentro de la ola blanca se cuentan muchos de los que están proponiendo que en las próximas elecciones para el Congreso se vote en blanco por el Senado, y que se repita todas las veces que sea preciso hasta que desaparezca, por sustracción de materia ese costosísimo y lerdo sistema bicameral.
                                                                                                                                                                        Nos seguiremos equivocando si apenas pensamos en Presidentes, Gobernadores y Alcaldes, porque los responsables del caos en que sigue hundido el país y de la precariedad de nuestras ciudades son en mayor medida un Congreso y unas Asambleas y Concejos Municipales que dan vergüenza, y  unas Cortes que han perdido su rumbo. El hecho es que en general el nivel académico de los políticos profesionales en Colombia es muy bajo, su experiencia administrativa poca y su cultura general muy limitada.
                                                                                                                                                                       Pero lo peor es que la politiquería es su modo de vida, y como les es difícil actuar totalmente dentro de la ley,  se mueven entre coimas, componendas y prebendas. Según el DRAE, la política es  la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos. Pero también  es la actividad del ciudadano -el responsable final de todo lo que pasa en el país- cuando interviene en ellos con su opinión y su voto, o de cualquier otro modo como votando en blanco, por ejemplo, pero por supuesto no puede actuar solo: de ahí la necesidad de la ola blanca ante la descomposición de los partidos tradicionales.

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